miércoles, 19 de septiembre de 2012

Marta Macho en Divulgamat sobre 'Alicia volátil' de Sofía Rhei

La poesía y la matemática son los dos polos extremos del lenguaje. Más allá de ellos no hay nada –el territorio de lo indecible; entre ellos, el territorio inmenso, pero finito, de la conversación. Octavio Paz, Corriente alterna.

He tomado prestada esta cita porque quiero comentar un singular poemario en el que la lógica –la matemática– está muy presente. Su autora es Sofia Rhei, una polifacética escritora que descubrí a través del libro Sextinas. Pasado y presente de una forma poética.

Entre toda su magnífica poesía, he elegido su delicada y vehemente Alicia volátil. Trata de la Alicia del famoso cuento de Lewis Carroll –pseudónimo del matemático, fotógrafo, escritor y diácono británico Charles Lutwidge Dodgson–, una verdadera joya de la literatura dominada por el juego de la lógica que Carroll regaló –ilustrado por él mismo– a la niña que le inspiró, Alice Liddell.

En Alicia volátil ha pasado el tiempo: Alice es ya una mujer y el reverendo Dodgson un hombre mayor. Intercambian una serie de cartas en las que recuerdan el pasado –ella reprocha, él ya no la reconoce– pero Dodgson desliza la última de ellas por detrás del azogue de un espejo en vez de enviarla.

Esta decisión desencadena la fusión de todas las alicias: la niña, la adolescente y la adulta entran en el país de las maravillas, saltando de una edad a otra y revelando sus vivencias más íntimas:

[...] es tan extraño que sea historia antigua
lo que siempre estuvo del lado del futuro.
¿Con qué extraña precisión pudiste cambiar
mi rostro, mi sonrisa...

Continúa aquí.

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