lunes, 1 de octubre de 2012

'Naipes de cristal' y 'Tormenta', un par de poemas de María Sangüesa en su libro 'Juegos de Sirena' (3)

Naipes de cristal

En la taberna de este puerto,
una partida oculta de la vida
estáis jugando con naipes de cristal.
Dobles parejas tienes en tus manos,
trío de reyes se esconde entre las suyas.

Hoy va a dejar dos cartas en la mesa
-apuesta fuerte- va por escalera
y si hay fortuna, escalera de color.

Le das la espalda al sol, cubre tu sombra
la jugada de póker en sus manos.
Y el sol de la ventana te delata.
El rayo que traspasa la vidriera
-con temblores de noche en pleno día-
en tus cartas derrama transparencias.

En la taberna de este puerto,
cierras y quiebras barajas de cristal
-la luz ha desvelado la jugada-.
Vuelan los cormoranes tan oscuros
que atraen negros presagios sobre el muelle.
Tiemblan las barcas amarradas
sobre apresadas ondas -indecisas-.

Y allá, en jarcias y en velas se refleja
-desde el altivo mástil de tu barco-
la sombra de una cruz sobre las aguas.

Tormenta

Está brava la mar, enreda el viento
sus espumas con su bramar de fondos
enfierados, de aguas turbias de arena,
en roto vaivén de gigantescas olas.

Desarraigadas algas de su lecho
que arrancan a los peces de sus rocas.
No vuelan las gaviotas y no hay velas
desplegadas entre horizonte y cielo.

Arroja el vientre azul ira y secretos
que afloran hoy del fondo a las arenas.
Valvas de madreperla que se acuestan
ausentes ya de vida en su ribera.

Algún pez irisado entre las algas
que impidieron su nado y le arrastraron
al último destino de su vida.

Vacías caracolas, romos cristales
fragmentados, opacos de salitre.
Horadados maderos de algún barco
perdido en el olvido de las simas.

Verdes ramas de pino que naufragan
desgajadas del tronco y su montaña.
Todo danza o reposa entre las olas
y la extensa marisma de la playa.

Llueve. Agua sin sal se hunde en la salada,
y el alma se diluye entre las aguas,
huyendo de su bruma y tu distancia.

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