La trayectoria lírica de Alejandro Céspedes (Gijón, 1958), se ve ahora renovada con “Topología de una página en blanco” (Amargord Ediciones. Madrid, 2012). Es esta una “reflexión realizada en términos simbólicos sobre el proceso creativo” y en la que “una profunda desolación conceptual nada condescendiente recorre cada página”.
Con estas premisas, tan singular topología -que tal y como define el D.R.A.E, es una rama de las matemáticas que estudia las propiedades de las figuras con independencia de su tamaño o forma-, se adentra en el terreno del ser humano y de su compleja naturaleza, para desvelar una creíble teoría de la realidad. O lo que es lo mismo, la forma de entender cómo la sociedad ha roto su antigua unidad y su ruptura ha derivado en una crisis de identidad: “Es necesario hablar otra vez de la fragilidad/ de las uniones”.
En una época crítica como es ésta, acaso sea necesaria una voz como la de Alejandro Céspedes, que recuerda la máxima defendida tiempo atrás por Pedro Salinas: “No sé si la literatura y el arte deben mantenerse al margen de las inquietudes sociales. Lo que creo es que no pueden”. Por ello, el autor asturiano, busca respuestas a esta manifiesta desorganización vital, y consciente de que la convivencia y el rigor social pueden combatir la negativa divergencia del espíritu humano, apuesta por “traspasar el vacío los límites lo audible lo visible”.
Libro, al cabo, que marca un antes y un después en su quehacer y que tiene su principal virtud en separar -de forma consciente- el idealismo del materialismo, y pretender la superación de la anarquía individualista a través de una personalidadque ya no sea azar, sino común conciencia.
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