jueves, 7 de noviembre de 2013

“Manual de espumas”(8), Gerardo Diego. Hoy, "Adiós" y "Novela".



ADIÓS

Olvidados de la lluvia
se marchitarán mis dedos
No han de producir más flores
mis arrugados cabellos
ni la luna bajará
a coronarme el sombrero

Desde mañana
el sol ya no visita sus enfermos

Mujer
Lavandera fragante
del vinoso atardecer
que grabaste en la luna tantas veces
los emblemas nupciales
y en un pico del mar mis iniciales

                                   Mujer

Cuando te alejes lenta sobre tu propia vida
veremos caer el sol
y las frutas podridas

Mientras tú bebas tus risas
balará mi acordeón
buscando entre los arbustos
ritmos de tu corazón

Los grillos contarán tus pasos diminutos

Ni la luna se hará llena
aunque me digas
                                   te quiero
ni ha de bajar ya la nieve
a bendecirme el sombrero


NOVELA
A Paul Dermeé

La verja del jardín se ha cruzado de brazos

                        El viento ladra entre los troncos

El auto que pasaba se llevó los sollozos
y apaciguó el estanque

Diríase que el sol
se ha burlado del parque

He aquí los tres policías
a investigar el rapto
buscando huellas de la huida
por las teclas del piano

A cada nuevo indicio
un pájaro falso traspone el edificio
y sometida al interrogatorio
una estrella muda marcha al suplicio

Prosigamos adelante

La infatigable carretera
va y viene sin cesar por la ladera
Son las cinco de la tarde
Junto al arroyo el agua
y a muy pocos kilómetros la primavera

La luna corre para llegar antes

Dónde están los amantes

Apenas las esquinas ciudadanas
se despidieron
                        hasta mañana
cuando se vio saltar de un coche
del brazo del traidor
la inesperada noche

El reloj de la torre dilató su pupila
Y los gallos despistados
cuentan una hora más de las precisas

En todos los rincones hay un bulto
y una luz cuelga del balcón
A cada paso del transeúnte
la luz cede y el cielo se resiente

Henos por fin ante el ladrón

El reloj ingenuo canta el crimen

Y entre el llorar de las cortinas
la luna estalla de pasión

La ciudad duerme en el sitio de costumbre

Y en el lugar del suceso
el farol asustado contempla al árbol preso

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