martes, 10 de diciembre de 2013

"Después que a César el traidor de Egipto..." y "Soneto de Endimión", sonetos de Hernando de Acuña

Después que a César el traidor de Egipto        
dio la cabeza que el peor quería,        
encubriendo las muestras de alegría,        
en público lloró, como está escrito.        

Y Aníbal, cuando al imperio aflito
vio que Fortuna desfavorecía,        
rióse entre la gente que plañía,        
encubriendo un dolor que era infinito.        

Así a veces el ánimo, cualquiera        
pasión que siente, so contrario manto
cubre con vista alegre o lastimera;        

por do, si alguna vez, yo río o canto,        
es por querer, con el placer de fuera,        
encubrir mi secreto y triste llanto.


Soneto de Endimión

En una selva, al parecer del día,        
se estaba Endimión, triste y lloroso,        
vuelto al rayo de sol que presuroso        
de la cumbre de un monte descendía.        

Mirando el turbador de su alegría,
contrario de su bien y su reposo,        
tras un grave suspiro doloroso,        
tales palabras contra el sol decía:        

«Luz clara, para mí triste y oscura,        
que con furioso curso apresurado
mi sol con tu tiniebla oscureciste,        

si te pueden mover en tanta altura        
las quejas de un pastor apasionado,        
no tardes en volver donde saliste».

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