lunes, 2 de junio de 2014

Epicteto (2)


DE LA FELICIDAD

1. Las cualidades esenciales de la verdadera felicidad son la duración y la estabilidad; durar siempre y que ningún contratiempo pueda perturbarla. La que no reúne estos caracteres no es sino una engañosa felicidad.

3. El deseo y la felicidad no pueden vivir juntos.

7. ¿Es infeliz el caballo por no poder cantar? En modo alguno. Lo sería, en tal caso, por no poder correr libremente. ¿Lo es el perro por no poder volar? Tampoco; lo que tal vez deplorase sería la falta de sentimiento. ¿Será desgraciado el hombre por no poder despedazar leones o ejecutar otras empresas tan enormes y contrarias a su naturaleza? De ninguna manera, puesto que no es para tales cosas para lo que fue creado. En cambio, bien desgraciado será, y como tal debe considerarse, si pierde el pudor, la bondad, la fidelidad, la justicia y cuantas excelencias imprimieron en su alma los dioses.


DE LAS RIQUEZAS

2. No está en nuestras manos el ser ricos, pero sí el ser felices. Además, las riquezas no son siempre un bien, sobre que suelen ser poco duraderas. En cambio, la felicidad que proviene de la sabiduría dura siempre.

5. Tan difícil es para los ricos adquirir la sabiduría como para los sabios adquirir la riqueza.

6. No es la miseria la que verdaderamente nos aflige, sino la avaricia; asimismo, no son las riquezas las que nos preservan de los mil temores que emsombrecen nuestra vida, sino la razón.

DEL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO

1. Amigo mío: considera en primer lugar qué es lo que deseas y examina luego tu propia naturaleza, para ver si posees la fuerza necesaria para llevar a cumplimiento tus deseos. ¿Quieres ser atleta o gladiador? Pues mira tus brazos, palpa tus muslos, considera la robustez y resistencia de tus espaldas, que no todos hemos nacido para llevar a cabo las mismas empresas. [...] no seas filósofo hoy, sicario mañana, pretor al otro día y finalmente privado del príncipe. Mira que todas estas cosas se avienen muy mal entre sí. Es indipensable que seas un solo hombre, bueno o malo. Es preciso que te apliques a estudiar lo que corresponde a tu naturaleza y disposición y que trabajes por adquirir los bienes interiores o los exteriores; en una palabra, que te manifiestes con el carácter de un filósofo o con el de un hombre vulgar.

5. ¡Cuán ciego e injusto eres! En ti está no depender más que de ti mismo, y te esfuerzas en depender de un millar de cosas que te son ajenas y que te alejan de todo verdadero bien.

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