martes, 30 de septiembre de 2014

Algunos poemas de José Cereijo en “Límites”, Colección Melibea, 1994 (4)



Daño

Quisiera no saber esto que sé: que el amor hace daño, que es un veneno lento,

Una bestia feroz que muerde y que desgarra, y tortura constante su aciaga compañía; y que sólo su ausencia

Es más insoportable.


Perduración

No sé qué puede perdurar al fin de las calladas dádivas, más de una vez amargas, que fueron tu presencia:

Unas pocas imágenes dispersas, una cierta costumbre de calor, una conformidad -o disconformidad- con la existencia; más dolor, menos sueño.

Tú no estarás en ellas: aunque la que dibujan es sin duda una imagen real, es de mí, no de ti, de quien se trata.

Es triste y humillante pensar que, incluso en esto, estamos siempre solos.


Falta de fe

No quieras engañarte a ti mismo diciendo que la fe te ha abandonado; no te está permitido ese error.

En el alba que espera, ya no será importante la razón de la lucha: es lo real quien dictará las leyes. Tu tarea es tan sólo obedecerlas.

No intentes, pues, seguir a la que huye: todos verían allí solamente un pretexto

Para tu propia huida, y tendrían razón. Mejor que se haya ido; no es escudo fiable.

Agradece a tus dioses el bien que así te otorgan, y reviste en silencio la sólida armadura

De tu falta de fe.


El contraste

También en la amargura aguarda, sin embargo, una sabiduría.

Descubre cada cosa que grite su vacío en su vivo contorno

Y su valor exacto: es en la realidad, incluso errada, donde a tu corazón espera siempre

Cumplimiento y sosiego, y la sola piedad que puede redimirlo; pues sin ese contraste que da su validez a cuanto el alma sueña,

Es vano el sueño mismo, y es inútil.

No hay comentarios: