MALDITOS SEAN:
Los que atizan el fuego
entre las piedras del Odio, para servir su puchero.
MALDITOS SEAN:
Los que quieren
enturbiarnos la sangre con el viejo terrón de la trinchera.
MALDITOS SEAN:
Los que cosen banderas
con cenizas de muerto para sembrar el aire de rencores.
MALDITOS SEAN:
Los que quieren dejarnos
para siempre en los bordes opuestos de una herida.
MALDITOS, SÍ:
Malditos en tu nombre
España, sean,
porque viven de tu pena y
la mía
y hacen de nuestro dolor
su trono.
No habrá piedras para
tanta frente
Y no
creas, España, que mi voz
es
sólo un hueso blando o derribado,
un
corazón que de rodillas gime,
una
idea sin luz, desalentada
o el
ocaso del pulso que sostiene
verticales
la sangre y las banderas.
Es
por amor a ti
el
amor que ahora pido.
Que
es un clavo en mis ojos verte herida,
quejándote
en la sombra,
caminando
como una pobre bestia
tras
de la luz del mundo, oscuramente.
No
es que acabo mi fuerza. Por mis venas
corre
el tesón rotundo de tus siglos
y no
hay muros que rompan mi palabra.
Si
mil veces naciera, si mil veces
ante
mis pies se abrieran los caminos,
con
tus ojos, España, me verías
mil
veces más besando mis emblemas
vuelto
a ser corazón y frente sólo.
¡No
hay cadena bastante! Aunque la muerte
a
estocadas mi fuego acometiera,
y
arrancase de cuajo tanta vida,
mi
voz, desde mis huesos, se alzaría
hecha
estribo del alba y meridiano
para
indicar al Hombre su mañana.
Es
por amor a ti. No puedo verte
en
las manos extrañas que te abonan
con
estiércol feudal tu larva pura.
Los
hijos que te miren y no sientan
ese
dolor de verte postergada
a
ser Patria del llanto y de la pena,
no
merecen tu nombre; sus raíces
se
han quedado sin tierra y sin orgullo
y
clavan sus banderas en el aire.
(Que
hoy es clavar astiles en la nada
imponerte
un color, cuando estás muerta.)
Yo
no rindo el fulgor de mi bandera,
la
sigo con el alma y no traiciono
su
rojo son de sangre iluminada.
¡Ay
si pudiera España, tus desgarros
curar
con mi bandera solamente
y
apoyado en su astil abrir tus alas!
Mas
sé que no es bastante,
que
uno a uno a tus hijos necesitas,
en
un tropel tus tierras y tus gentes.
Por
eso pido amor.
Sobre
tu sien, de fiebres agolpadas,
quiero
quemar el odio y las ofensas
y
perdonar la vida que me deben.
Sólo
seré martillo nuevamente,
hacha
mortal si fuese necesario,
contra
la garra hirsuta que te oprime,
que
tus Horas detuvo en la agonía
que
te arrastró al infierno donde vende
tu
estructura de sol a las tinieblas.
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