jueves, 6 de noviembre de 2014

Poemas de Marcos Ana en “Poemas de la prisión y la vida”, Tabla Rasa, 2011 (7, y fin)



¿Poeta? Eso me dicen (y en voz baja
me lo digo a mí mismo). No lo creo.
Lo sueña el pensamiento. Sí, chispeo...
¡Pero es tan doloroso! Se trabaja

a golpes de alma el fuego. Se desgaja
la vida pena a pena; y va el deseo
-corazón adelante- como un reo
desnudo sobre filos de navaja.

Tomo la luz de un árbol. La tanteo
y se deshoja, oscura. Beso el lodo
y me abraso de luz. Zureo...

Yo llevo un hombre herido en el recodo
más penoso del alma y centelleo
su luz entre mis labios... y eso es todo.


Rómpete corazón

Rómpete corazón. ¿Para que alientas
aún sobre la nada? Ascua aterida,
nido que solamente ya a tu herida
de filos y de ausencias alimentas.

Rómpete corazón. ¿Ya qué calientas?
Cada latido tuyo es la caída
de un azadón cavándote la vida.
¡Con todo lo que fuiste!... y ya no aventas.

¿Dónde tu voz de lumbre y fuerte río,
tu sabor a tahona y pan caliente,
tu jugosa ternura acariciante?

Torrente seco. Hogar pálido y frío,
un albergue hasta ayer del caminante.
Rómpete corazón, es tu poniente.


Amar, amar

Amar a una mujer, amar a un hombre.
Amar a un corazón, no importa cómo;
verterse en otra vena que responde.
No estar desesperadamente solo.

Amar, amar, romper las soledades.
Triste es llorar al pie de una ventana
viendo caer sin fin tras los cristales,
la nieve lentamente sobre el alma.

Oh, amor, amor, sentir las dulces alas
de tu pasión batiendo entre mis brazos;
sonar contra tu sangre enamorada,
ser lágrima o canción, pero en tus labios.

Sobre tus labios, sí; sobre tu pecho
ser loca desventura importa apenas.
Amor, amor, cabe en un solo beso
toda la miel y el llanto de la Tierra.

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