-De Juan José Ceselli (en 'Siete Surrealistas Argentinos'):
La cara secreta
Cuando entre sus hélices y l anoche
Queda tendido el insomnio
Su amor se propaga a lo largo de los corredores
Y toma el olor de las flores marchitas
Dentro de sus ojos se diluye el tiempo
Se desploman las paredes de la memoria
Y delas sombras de sus ademanes
Surgen aquellas tristes figuras carcomidas por las mareas y el olvido
De tanto en tanto vuelve la cabeza
Y sus miradas dejan tras sí
Un rastro de mariposas muertas
-De Francisco Madariaga, en la misma antología:
La choza
Ruega Bruja por mí,
siento que el color arroja su fuerza,
el gallo es más sonoro que yo
y el mediodía me dibuja a Dios.
En la fiebre de las urdimbres temblorosas
el bosque me penetra en la humedad:
¡es tan celeste en su interior el bosque!
La muerte, los colores y el amor
tejen entre las ramas algo mío,
el cuerpo transpirado
y el paisaje azul del derruído
concierto tembloroso entre las ramas
huyen de mi silencio, yo ya vivo
amamantando nubes, embriagando muertes,
dueño del pastoral redondo de la luna.
Bruja, bruja, sueña conmigo,
deja el humo de tu choza incolora,
las arañas cuelgan sus arpas en el aire:
¡te está llamando a ti toda esa música!
-De Juan Antonio Vasco, en la misma antología:
La agonía de un pariente
El hombrecito que se inclina para salir por la puerta de su casa
ese agujero de bala cuyos bordes ostentan la pátina de los años
saca primero un ojo luego un brazo
luego una onbra en dos tomos
Empuja con todo el cuerpo para agrandar la cavidad de su lenguaje
pero está herido de muerte
morirá dentro de su casa
UN último esfuerzo consigue sacar medio cuerpo por el tragaluz
Su cabeza de plomo fundente cae chorrea sobre la multitud
-Y, a pesar de lo seleccionado de los anteriores y lo seleccionado del presente (Enrique Molina), a mí éste me parece el más interesante con diferencia. Por abreviar, como es norma en mí en estas vacaciones, el más breve:
Cálida Rueda
No llegaremos nunca a nada
El fuego extinto no se extingue
El amor gira en su ceniza:
Ningún beso se desvanece
Cuerpos queridos a lo lejos
Y cuerpos próximos sin puentes
La gaviota de los adioses
Está inmóvil en la corriente
Rostros que pasan pero tornan
-El bello girasol humano...-
Esa luz que parece noche
Esa noche llena de faros
Porque una voz será otra vez
Y el universo está en mi sangre
Corazones enardecidos
Oh sierpes del sol
¡Insaciables!
-De entre los siete, las dos seleciones más ampliamente satisfactorias son (para mi gusto) las de Latorre y Molina. Y no muy lejos, Pellegrini. O antes, no sé, tengo que repasarlos. Espero tener suerte y encontrar libros de alguno de ellos. No es cosa fácil aquí, o por el momento no me lo parece. Hoy he encontrado en una librería de viejo (las más habituales) un libro de Juarroz. Pero nada de Pizarnik o de la poesía de Borges, por ejemplo. A seguir buscando, no vale detenerse.
Salud, nos deseo. (Je,je,je.)
-Ah, para consuelo de una amiga a la que 'Los buenos aires' le parece desolador, esta sóla cosilla que sigue. No me termina de convencer, pero por darte otra imagen mujer, que las hay. Seguimos con el glaciar.
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Pausado/ amante/ del mar/ incandescente.
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