martes, 1 de septiembre de 2009

Jesús Malia continúa el comentario de 'El manantial', de Jorge Guillén

(Consúltese el poema y el inicio del comentario en las entradas anteriores bajo la etiqueta Sobre Cántico.)

Pero la desnudez mayor es al encarnarse. Entonces se ahonda y se apura. (Entiéndase apurar en sentido positivo: averiguar o desentrañar, purificar (aquí de vuelta a lo místico, enlazando con el poema anterior), pero también en un sentido negativo: agotar, apremiar.)

‘¡Más, más! Por fin ¡viva!/ Manantial, doncella’. ¡Agua viva! ¡Haaaaala! Había mística entonces. Creo yo que en algún lugar de la biblia se habla del agua viva, como espíritu divino que habita en el hombre. Santa Teresa, eso seguro, habla de agua viva. Pero podemos irnos a otras tradiciones religiosas o míticas para encontrar agua viva:


En esta lámina se encuentra una imagen de gran tamaño de Yayauhqui Tezcatlipoca, “El espejo humeante de color oscuro”, acompañado de dos deidades femeninas, colocadas en la parte superior, y que han sido identificadas como Chalchiuhtlicue, “Diosa del agua viva” (derecha), y Xochiquétzal, “Diosa de las flores, como diosa solar” (izquierda)

(En Arqueología mexicana , extracto del códice Borgia de la cultura azteca.
También he visto en un libro un retrato de una ¡escultura! de la misma diosa, pero no la he podido extraer. Se agradecería colaboración en este aspecto.)

Si Jorge sabía o no que el agua viva es un elemento de una tradición religiosa que trasciende a la cristiana, ni idea. Pero nosotros sí que lo sabemos. ¿Verdad?

Así, se nos manifiesta definitivamente lo que no sabía yo que hubiera debajo y que acrece mi duda sobre le pertienencia de considerar la imagen de una fuente con forma de mujer, exclusivamente: hay una agua que no es agua, que es símbolo de vida, de emoción, de espíritu… Un agua que se apura para/en manifestarse (se purifica para manifestarse, se apremia en manifestarse). ¿Recuerdas el puente previo de la prisa, aquél? ‘Otra vez el día/ Trajinante debe/ Pasar por el puente/ Previo de la prisa’, en ‘El prólogo’. Un hombre que quiere nacer dentro del hombre y que no puede, o no sabe, o no se deja. Aquí lo está haciendo.

(¡Ah!, déjate llevar por el entusiasmo, pero espera más, no crea que aquí se acaba. El siguiente martes será: a las quince horas españolas, ya sabes.)

1 comentario:

Mónica Angelino dijo...

Esto tuyo es magnífico!!

Besos.

(kereme kerosene)