miércoles, 4 de mayo de 2011

Óscar Pirot ha publicado 'Bestimenta' (3)

PECES

Y es que los peces duermen con los ojos abiertos porque no tienen párpados
sueñan hacia fuera para que su corta memoria onírica
sirva como red a cualquier atisbo de realidad mientras roncan

o quizá viven siempre en una penumbra intelectual
en una duda que les impide discernir lo real de lo soñado

siguen el mismo comportamiento que las palabras
nunca cierran los ojos ni siquiera cuando sueñan
por eso podemos verlas
porque nos miran
porque nunca dejan de hacerlo
ni siquiera cuando naufragan
y dejan de decirnos

la palabra es un ojo sin párpados

su sueño es la escritura
su realidad el silencio.


EL MANDRIL DISCRETO

La fealdad es el vestuario menos comprensible en el que se nos presenta la belleza
mis ojos abisales reflejan la bestial concurrencia de los asistentes
me siento en una piedra y acicalo mi tristeza
acicalo el temblor que me provocaría tocar la huella que dejó tu cuello pardo en el
fulgor último de las hojas
acicalo mi pelaje para entregarte mi mejor brillo
pelo una fruta la brindo delicada a mi boca para enseñarte desde mi jaula cómo serías tú
en mi boca igual que una fruta
he tenido el frenesí de simplemente levantarme encajarte mis ojos como dos pájaros
negros y golpearme el pecho hasta sangrar la última palabra por decir
pero he optado por mirarte discretamente entre los paseantes entre la desahuciada
sonrisa del rubor
por hacerte ver que cada palabra que elijo lo hago para hacerte nacer desde mí como
una hembra llena de silencio para hacerte pronunciar como una escritura de sol
para ofrecerte

quizá te den miedo las cicatrices que adivinas
quizá te hagan apagar la danza que desprendes en mí sin ni siquiera moverte
danza de jirafa hemorragia fecunda

no te culpo
yo mismo hacia mí sería como no serme
justo como tú que no me eres
pero que tampoco te perteneces entera.


NODRIZA MARSUPIAL

Desgarro suavemente el marsupio del silencio

me hago con todas sus crías
y dejo que maduren en mí

cuando ya han bebido de mis ubres
(ya limpias de cualquier murmullo)
corro y las devuelvo a su antigua madre
que
-como un gesto de invaluable gratitud-
me adopta y entonces
me quedo a vivir con ellas.

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