jueves, 11 de agosto de 2011

Ramón G. del Pomar publica 'Memorias de un PegaPlatos' con Amargord. Selección (1)

Lago me ha enseñado la máquina que está diseñando
para hacer dinero. No se lo ha dicho a nadie
es
un
secreto.
Cogí una cuchilla de mi padre, subí a mi habitación
y corté por abajo del frenillo para investigar lo qué
habría por dentro. No sabía que por las venas se escapara
tanta sangre. Puse una camiseta para detenerlo,
pero no valía. Pringué cama y paredes. Y las
de la escalera y el suelo mientras bajaba corriendo y
llamando a mi madre. Se disgustó mucho. Me reñía
mientras me llevaba en brazos y corriendo hasta el
ambulatorio. El practicante me llamó corta pitos y se
rió de mí. Lo han hecho mi mote familiar.
Desistimos del abrazo para expulsar la emoción que
nos hacía respirar.

1
Nació junto a un manantial
en el bosque de los deseos cumplidos.
Era
como la mayor parte de nosotros
con algo feo
y algo transcendente.
Aprendió el gateo entre cascadas de luz
que ahora te dan
ahora te quitan
y se hizo palpable a la curiosidad.
Nevadas
que yo no sabría explicar
le iban acercando a todo
lo que para uno es la primera vez.
Con prisa siguió de largo.
Somos personas que soñamos.
Aunque el agua de las mentiras
se ha evaporado
y el salitre del amor ya no gotea
somos personas que soñamos.
Recuerda que la luz da sombras
y que el desamor te pierde.

5
Algunos de mis amigos
saben esconder la mano.
Yo haría un alegato en su contra pero,
entonces,
dictaría leyes y promulgaría mis mentiras.
Hasta es posible que terminara
guardando las uñas que lavara en sangre.

7
Escúchame sin juzgar
opina sin dirigirme
cree en mí
sin exigencias.
Ayúdame
pero no decidas por mí.
Cuídame sin que me anules
mírame sin olvidar que soy yo.
Abrázame sin ahogarme
sujétame
pero yo cargo mi peso.
Sin mentiras piadosas
acercándote sin invadirme
sabiendo esas cosas mías
que pudieran irritarte
pero sin querer cambiarlas.
Acéptame
para que disfrutes
de todo lo que hoy te doy sin condiciones.

8
Andrea sacudía la cabeza
jugando como una niña desconcertada.
Es una buena chica
doy mi palabra.
Sólo que lleva años
con su vida cercada
por los peligros mortales.
Un día abrí su corazón de cristal
y vi que vivía bajo el sol
pero sobre el cielo.
Andrea es una pequeña encerrada en una trampa
de besos
y subiendo la escalera tan rápido como la lleven
sus piernas.
No tanto por el esfuerzo
pero sí los martillazos del alma.
Andrea agitó los párpados
jugando con una picardía controlada.
Después dio la vuelta
y se alejó...
Suerte, cariño.

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