martes, 8 de noviembre de 2011

Poemas de Fonollosa (y 3)

Antes que yo lo han dicho muchos otros.
Antes que ellos lo dijo ya otra gente.
Y lo mismo dirán otros más tarde.
Uno se torna humilde y se da cuenta.

Cuanto yo pienso, siento y me sucede
es como piensan, sienten, les ocurre
a los demás que pasan por mi lado.

Es el gozo y dolor de la existencia
que entra en todas las mentes de improviso
como un tímido arroyo o gran torrente.
Gozo y dolor antiguos que percibe
cada uno cual si él solo descubriera.

Otros ya lo pensaron con sus escritos,
con música, colores o con cámaras.
Y lo hicieron mejor o lo harán luego.

Pero uno sigue hablando de esas cosas,
ya no por lograr algo: por costumbre.
Porque ha de entretenerse de algún modo
mientras gasta su vida. Tan inútil.

___

Con unas herramientas anacrónicas
no es posible un trabajo muy bien hecho.

Decidíos a usar las nuevas técnicas
y echad a la basura el alfabeto.

___

Os prohibirán un día conocerme,
saber de mí. En prisiones silenciosas
me aislarán con los otros: los malditos
que antes que yo y después hayan expuesto
su verdad sin temor. Sinceramente.

Dirán que soy un ser insolidario,
asocial, pernicioso a la salud
de la mente oficial de aquel momento.
Que la euforia, el estímulo, el placer
de vivir -lo importante- en mí es hollado.

Pero alguien hallará siempre la llave.
Penetrará en la cárcel que me encierre
y buscará entre sombras mis palabras.
Y reconocerá que hablo de él mismo,
de su fracaso, el mío, del de todos.