martes, 24 de julio de 2012

"Amante agradecido..." y "Venganza de la edad...", sonetos de Quevedo

Amante agradecido a las lisonjas mentirosas de un sueño

¡Ay, Floralba! Soñé que te... ¿Direlo?        
Sí, pues que sueño fue: que te gozaba.        
¿Y quién, sino un amante que soñaba,        
juntara tanto infierno a tanto cielo?        

Mis llamas con tu nieve y con tu yelo,
cual suele opuestas flechas de su aljaba,        
mezclaba Amor, y honesto las mezclaba,        
como mi adoración en su desvelo.        

Y dije: «Quiera Amor, quiera mi suerte,        
que nunca duerma yo, si estoy despierto,
y que si duermo que jamás despierte.»        

Mas desperté del dulce desconcierto;        
y vi que estuve vivo con la muerte,        
y vi que con la vida estaba muerto.


Venganza de la edad en hermosura presumida


Cuando tuvo, Floralba, tu hermosura,        
cuantos ojos te vieron, en cadena,        
con presunción, de honestidad ajena,        
los despreció, soberbia, tu locura.        

Persuadiote el espejo conjetura
de eternidades en la edad serena,        
y que a su plata el oro en tu melena        
nunca del tiempo trocaría la usura.        

Ves que la que antes era, sepultada        
yaces en la que vives; y, quejosa,
tarde te acusa vanidad burlada.        

Mueres doncella, y no de virtuosa,        
sino de presumida y despreciada:        
esto eres vieja, esotro fuiste hermosa.

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