martes, 10 de julio de 2012

Un par de sonetos de Quevedo

Sepulcro del buen juez Don Berenguel de Aois

Si cuna y no sepulcro pareciere,        
por no sobrescribirme el «Aquí yace»,        
huésped, advierte que en la tumba nace        
quien, como Berenguel, a vivir muere.        

El que la toga que vistió vistiere
y no le imitan en lo que juzga y hace,        
con este ejemplo santo se amenace:        
el que le sigue su blasón espere.        

Falleció sin quejosos y dinero;        
enterrole el Consejo y, enterrado,
en él guardo el consejo más severo.        

Edificó viviendo amortajado;        
no edificó para vivir logrero;        
por él nadie lloró, y hoy es llorado.

Filosofía con que intenta probar a un mismo tiempo puede un sujeto amar a dos

Si de cosas diversas la memoria        
se acuerda, y lo presente y lo pasado        
juntos la alivian y la dan cuidado,        
y en ella son confines pena y gloria;        

y si al entendimiento igual victoria
concede inteligible lo criado,        
y a nuestra libre voluntad es dado        
numerosa elección, y transitoria,        

Amor, que no es potencia solamente,        
sino la omnipotencia padecida
de cuanto sobre el suelo vive y siente,        

¿por qué con dos incendios una vida        
no podrá fulminar su luz ardiente        
en dos diversos astros encendida?

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