martes, 4 de septiembre de 2012

'Casamiento ridículo' y 'Prefiere la hartura...', sonetos de Quevedo

Casamiento ridículo

Trataron de casar a Dorotea        
los vecinos con Jorge el extranjero,        
de mosca en masa gran sepulturero        
y el que mejor pasteles aporrea.        

Ella es verdad que es vieja, pero fea;
docta en endurecer pelo y sombrero;        
faltó el ajuar, y no sobró dinero,        
mas trújole tres dientes de librea.        

Porque Jorge después no se alborote        
y tabique ventanas y desvanes,
hecho tiesto de cuernos el cogote,        

con un guante, dos moños, tres refranes        
y seis libras de zarza, llevó en dote        
tres hijas, una suegra y dos galanes.



Con el siguiente soneto, Quevedo demuestra ser más empecinado amante de escribir sonetos que de manifestar su pensamiento, pues escribe una de esas cosas que decimos porque nos gusta oírlas pero no creemos en ellas. Con su vida dio sobrado ejemplo de la falsedad de este poema.

Prefiere la hartura y sosiego mendigo a la inquietud magnífica de los poderosos


Mejor me sabe en un cantón la sopa,        
y el tinto con la mosca y la zurrapa,        
que al rico, que se engulle todo el mapa,        
muchos años de vino en ancha copa.        

Bendita fue de Dios la poca ropa,
que no carga los hombros y los tapa;        
más quiero menos sastre que más capa:        
que hay ladrones de seda, no de estopa.        

Llenar, no enriquecer, quiero la tripa;        
lo caro trueco a lo que bien me sepa:
somos Píramo y Tisbe yo y mi pipa.        

Más descansa quien mira que quien trepa;        
regüeldo yo cuando el dichoso hipa,        
él asido a Fortuna, yo a la cepa.

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