lunes, 3 de septiembre de 2012

'Observaciones y máximas de Blas', de Noel Clarasó (38)

LA MUJER (3, y fin)

Las mujeres que fuman se diferencian de los hombres en esto y en todo lo demás.

La mujer que nos tiene intimidad nos confiesa que no sabe cuál es el peinado que le va mejor; creo que esta es una de las verdades que dice la mujer.

Hasta las mujeres que tienen muy desarrolado el instinto maternal se sienten halagadas si se les dice que parecen hermanas de sus hijas.

Las orquídeas son las flores que las mujeres agradecen más porque, aunque no entiendan en botánica, saben que son las más caras.

La principal emoción de una mujer pesada consiste en descubrir a otras que aun pesen más.

La personalidad de una mujer depende más del vestido que lleva que de las cosas que dice. Y es natural; todo el mundo la ve, pero son pocos los que la escuchan.

Las historias de las mujeres que no tienen historia pero tienen imaginación son exactamente iguales a las de las mujeres que tienen historia y no tienen imaginación. Y si tienen historia e imaginación a la vez y , además, son guapas y elegantes y se consigue que no hablen demasiado, su compañía es uno de los mejores encantos de la vida.

La mujer desea tener novio por impulso del corazón, y desea casarse para que los otros sepan que el novio no se ha burlado de ella.

El que pretende comprender a las mujeres, pierde el tiempo; se atreven a todo por uno y a última hora se casan con otro. Pero aún no he descubierto cuál de los dos se arrepiente más de no haberlas comprendido.

La mujer es como un libro que el que lo está leyendo no se atreve a recomendar para que no se lo pidan prestado; y cuando lo ha leído tampoco se atreve a ofrecerlo para que los otros no se den cuenta de que se ha equivocado en la elección.

Las mujeres, cuanto más nos imitan, menos se nos parecen. Una mujer vestida de hombre parece mucho más mujer. Pero un hombre vestido de mujer no parece más hombre. Sé que es así, pero ignoro la causa.

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