lunes, 10 de septiembre de 2012

'Observaciones y máximas de Blas', de Noel Clarasó (39)

MATRIMONIO (1)

El matrimonio es el único gran disparate que se puede hacer en púbico con el beneplácito de dos familias.

Es lógico que el hombre casado hable mal del matrimonio; el matrimonio es la más alta escuela de educación espiritual y todos los niños, cuando se escapan un momento de la escuela, hablan mal del profesor.

El éxito en el matrimonio depende muchas veces del acierto que ha tenido el otro cónyuge en la elección.

Para quererse no hace falta hablar; para pelearse, sí. Por lo mismo, al decir que marido y mujer no tienen de qué hablar, se les calumnia.

A priori, no se puede decir que sea mejor casarse con una mujer joven. Si la cosa va bien, es mejor, porque así dura más. Pero si la cosa va mal, es mejor casarse con una mujer vieja, porque así dura menos.

Se puede ser feliz y aburrirse al mismo tiempo; hay muchos matrimonios felices y casi todos se aburren.

Nadie tan ingenioso para tergiversar las cosas como un marido y mujer dispuestos a reconciliarse; a excepción, desde luego, de un marido y mujer dispuestos a provocar una ruptura.

Aconsejar a un hombre que se case con una mujer guapa es como aconsejarle que se ahorque de un árbol; pero si la mujer es fea, vale más que se deje de comparaciones y se ahorque de verdad.

Casarse es como comprar dos butacas para el espectáculo de la vida; si los novios no prestan atención y se las dan separadas ya no tienen manera de juntarse hasta que ha caído el telón.

El matrimonio es una lotería en la que si uno gana le pagan con moneda falsa.

Para resolver con buen éxito un conflicto matrimonial ajeno, no basta ponerse de acuerdo con el marido y con la mujer. Hace falta que ellos dos, entre sí, se pongan de acuerdo.

El matrimonio es un naufragio en el que, a última hora, solo se salva el barco.

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