Alicia Hamlet
Los cadáveres de las opciones tienen su propio cuerpo tembloroso
que se aparece cuando hace frío, flotando en el agua.
Tienen los ojos abiertos dentro del río.
Reducida a elegir,
soy testigo de mis propios crímenes,
de las mutilaciones de todo lo que no tuvo la oportunidad.
Solo en la duda lo infinito sigue siendo posible.
Si yo decidiera,
¿cómo librarme de esos fantasmas,
cómo dejar de pensar en la muerte, la muerte, la muerte
de las posibilidades?
Alicia tira los dados para abolir el azar
El tiempo avanza porque existen las certezas,
y sin embargo
solo es capaz de expresar su gratitud
consumiéndolas,
en cierto modo, hay juguetes radiando decisiones,
peonzas que se detienen
en una casilla y no otra del juego de la oca,
yoyós que responden
con determinado número de elevaciones
y no otro,
igual que los ladridos
de los perros matemáticos del circo.
Pero de todos es sabido que a las niñas
nos gustan las miniaturas,
y nunca podremos resistirnos a una muñeca rusa hecha de dados
cada vez más pequeños,
uno dentro de otro hasta el abismo.
Alicia plegable
Mi cuerpo es capaz de doblarse sobre sí mismo,
de envolverme en un recinto hecho de capas y capas
de replegarme hasta que las pieles futuras regresan al
húmedo tejido original.
Mi cuerpo da calor a lo que hay dentro.
Mi cuerpo conserva su contenido
embebido como una botella de Klein que tiene dentro un pez rojo,
pero el pez crece, detallando los camafeos de sus escamas
no sabe detenerse.
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