viernes, 22 de marzo de 2013

"Emblema de la virtuosa" y "Parábola de la inconstante", poemas de Rosario Castellanos en "Materia memorable"(13)

EMBLEMA DE LA VIRTUOSA

Después de días, muchos, muchos días
-cada uno con su cara
y su rudo instrumento de dominio en la mano-
me comparo a la bestia que ya ha tascado el freno,
que ya ha sentido hundirse la espuela en el ijar
y sabe cómo el brío y el furor
ascienden, se deshacen
entre los belfos como espuma inútil.

Sí, callo. Sí, me inclino. Me detengo,
me apresuro según la rienda manda.
Para que mi jinete, mi destino
-ese a quien no conozco-, vaya hasta donde va.

Cuando joven pací en una pradera
abundante de nombres y yo escogí lo mío.
Pero mi senda de hoy tiene no más un trébol.
Con un pétalo dice mansedumbre
y con otro lealtad
y con otro obediencia.

Ay, pero el cuarto, el último,
la hoja de la suerte verdadera,
dice sólo abyección.

Amigo que encegueces cuando miras, ciégame,
úngeme de soberbia,
amortigua mi tacto, mi memoria,
todo lo que ilumina, lo que lee,
para que quede oculta esa palabra.

PARÁBOLA DE LA INCONSTANTE

Antes, cuando me hablaba a mí misma, decía:
si yo soy lo que soy
y dejo que en mi cuerpo, que en mis años
suceda ese proceso
que la semilla le permite al árbol
y la piedra a la estatua, seré la plenitud.

Y acaso era verdad. Una verdad.

Pero, ay, amanecía dócil como la hiedra
a asirme a una pared como el enamorado
se ase del otro con sus juramentos.

Y luego yo esparcía a mi alrededor, erguida,
en solidez de roble,
la rumorosa soledad, la sombra
hospitalaria y daba al caminante
-a su cuchillo agudo de memoria-
el testimonio fiel de mi corteza.

Mi actitud era a veces el reposo
y otras el arrebato,
la gracia o el furor, siempre los dos contrarios
prontos a aniquilarse
y a emerger de las ruinas del vencido.

Cada hora suplantaba a alguno; cada hora
me iba de algún mesón desmantelado
en el que no encontré ni una mala bujía
y en el que no me fue posible dejar nada.

Usurpaba los nombres, me coronaba de ellos
para arrojar después, lejos de mí, el despojo.

Heme aquí, ya al final, y todavía
no sé qué cara le daré a la muerte.

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