jueves, 7 de marzo de 2013

Poemas de "Destrucción de la mañana" de José María Fonollosa (6)

28

El aire fresco, frío, por la calle.
Aposté mi fortuna a un solo envite
creyendo, apresurado, que tenía
los naipes de escalera de color.

Y resultó un farol al enseñarlos.

Nunca podré tener acceso al podio.
No es válida la entrada que poseo.
Toda mi vida he estado en la estación
donde no pasa el tren que yo aguardaba.

30

Es injusto querer justificarse
uno ante sí arguyendo: "No hubo suerte".
Esto es lo que se imparte a los demás.
La verdad la sabemos bien cada uno.

Uno no puede dar lo que no tiene.

Las cosas son así. Nadie es culpable
en la mezcla confusa, tiempo y vida,
que nos forma y deforma indiferente.

Soy de los más que estamos ahí, ahogándonos
en la propia corriente que nos nutre.

Como el sol detenido en la pared
que empuja su calor contra las piedras,
apretujados todos. Maldiciendo.

Maldiciendo a los otros. Maldiciéndonos.

Podemos, sí, decir que hemos vivido.
Como el que ha realizado una tarea
penosa, decir cada uno: "He vivido".
Que es igual que afirmar: "He fracasado".

32

Si pudiera volver a mi pasado...
A aquella adolescencia ingenua y tímida.
A la incógnita que representaba
para mis familiares, para mí,
mi porvenir repleto de promesas.

Yo sería importante y poderoso.
No sabía por qué, cómo ni cuándo.
Pero ello no importaba. Lo sería.
Estaba destinado a grandes cosas.

Los diarios dedicáranme amplias páginas.
Tendría que firmar miles de autógrafos.
Y fuera mi intelecto celebrado.

Me admirarían todos. Aun aquellos
que me mostraran sólo idiferencia.
Un día no sé cómo, por qué, cuándo,
yo sería importante y poderoso.

Todo ha salido mal. Quizá no he hecho
bien las cosas. No di con la manera
apropiada, tal vez, para que salgan
bien las cosas. O porque emprendí cosas
que nunca me podrían salir bien.

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