LAS SOMBRAS
—Te hemos oído. Mi reino es tuyo.
Soy el Amor.
Todo a mi soplo vivir consigue.
—¿Y ese que lento tus pasos sigue?
—¡Oh!... ¡No le mires!... ¡Es el Dolor!
—Ven, yo te espero. Goza y olvida.
Soy el Placer.
Yo de las dichas te guardó el vaso.
—¿Y ese que mudo sigue tu paso?
—¡Ay!... El Hastío. ¡Quién ha de ser!...
—Ven, yo te llamo. Di lo que quieres.
Soy la Ambición.
Lo que anhelares mide tú mismo.
—¿Y ese a quien guías?
—El Egoísmo.
—¿No tiene ojos!...
—Ni corazón.
—Ven, yo te escucho. Yo doy consuelo;
yo soy la Fe;
fuerza del cuerpo, del alma ayuda.
—¿Y esa que llega?
—Calla!... Es la duda.
¿Vienes?...
—No!.. Solos os invoqué.
—Ven, yo te aguardo.
—¿Tú?... Di, ¿quién eres?
—La Soledad.
—¡Qué triste llegas!
—Siempre así voy.
—Yo os llamo solos.
— Siempre lo estoy.
Sólo me envuelve la oscuridad...
—¡Oh, no!... de cerca también te sigue
negra visión.
—¿A mí?... Te engañas...
—No, yo la veo.
Ya conocerla de antiguo creo,
¡ay! sí, se llama... Desolación.
[DE LA CUNA... ]
De la cuna a los bordes frente a frente
el dolor y la dicha se asomaron.
—¡Duerme! ella dijo; se inclinó a besarle.
Él se irguió mudo, e interpuso el brazo.
—Tú. ¡Siempre entre los dos!...
—Es mi destino.
—Aparta!... Un beso!...
—No!...
Forcejearon,
A impulso de ella, la dormida frente
rozó de aquel la temblorosa mano...
Enmudecieron ya... Sólo se oía
débil y lento comenzar un llanto...
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