CANTO III
Algú no pot haver en si, etc.
¿Quién hay que piense, o qué hombre pretende
hazer a otro amar a su despecho?
¿Quién hay que pueda, o qué ingenio entiende
los ñudos deshazer que amor ha hecho?
¿Qué loco al que no ama reprehende
o culpa al que de amor se ha satisfecho?:
pues nunca fue el amor jamás forçado,
no puede el que no ama ser culpado.
¡O, verdadero Amor do el ser se afina!,
suplícote me des, pues me heriste,
aquel ungüente que es la medicina
de quien el mal de Amor sanar quesiste.
Las manos puestas pido a la contina
piedad, pues que tu siervo me heziste,
y no pido merced, sino el servicio,
pues nadie como yo hizo su officio.
¡O!, tú que das dolor muy brabo y fuerte,
y no el querer ygual con la ventura!,
antes de tal dolor vea yo mi muerte;
¡qué dulce será entonces su amargura!
La lumbre d'esperar me quepa en suerte,
y no la que das siempre, pues no tura;
llegada a la razón sea mi esperança,
jamás sea vana en mí la confiança.
Como el enfermo cree que bivir puede
quando lo está de un mal en él usado,
que quando otro accidente le succede,
ya muerto se ymagina y enterrado;
assí fuy yo, qu'el mal que me procede
de Amor sostuve siempre; mas mi hado
me dio otro nuevo, que es tan insuffrible,
que muerte no podrá ser más terrible.
¡O, tú, Amor, passión tan preeminente,
que a un niño hazes viejo en el sentido,
al más sabio le buelves innocente,
y al qu'es más fuerte dexas por vencido!;
tú eres aquel ayre pestilente
que al mundo ha inficionado y destruydo;
cegar antes del golpe bueno fuera,
qu'el medio del herido es que se muera.
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