Estoy contino en lágrimas bañado,
Rompiendo siempre el ayre con sospiros:
Y mas me duele el no osar deciros
Que he llegado por vos á tal estado,
Que viéndome do estoy, y lo que he andado
Por el camino estrecho de seguiros,
Si me quiero tornar para huiros,
Desmayo viendo atrás lo que he dexado:
Y si quiero subir á la alta cumbre,
A cada paso espántanme en la via
Exemplos tristes de los que han caído.
Sobre todo me falta ya la lumbre
De la esperanza, con que andar solia
Por la escura region de vuestro olvido.
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El mal en mí ha hecho su cimiento
y sobr’él de tal arte ha labrado
que amuestra bien estar determinado
de querer para siempre este aposiento;
trátame ansí que a mil habría muerto,
mas yo para más mal estoy guardado;
estó ya tal que todos me han dejado
sino el dolor qu’en sí me tiene vuelto.
Ya todo mi ser se ha vuelto en dolor
y ansí para siempre ha de turar,
pues la muerte no viene a quien no es vivo;
en tanto mal, turar es el mayor,
y el mayor bien que tengo es el llorar:
¡cuál será el mal do el bien es el que digo!
Este último soneto no lo recoge José Nicolás de Azara en su edición de Garcilaso de la Vega.
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