miércoles, 10 de septiembre de 2014

Versos de Ana Martín Puigpelat en "El descanso del viento" (Polibea, 2014). Ana Martín Puigpelat es nuestra siguiente poeta invitada en Diversos


Hoy el viento ha manchado/ el aroma de una higuera.// Cómo contemplar su paso decidido/ entre las ramas o el silencio.// Cómo comprobar/ si el ritmo de una respiración/ es sólo su labor de siembra.// Hoy el viento se disfraza/ con las cosas diminutas.


La noche es el reducto/ de un idioma./ Preciso e inconstante/ transita el proceso/ de fermentar la harina/ para el pan de la mañana.// La noche es el reinado de unos dientes/ y después, muy a menudo,/ amanece en Portugal.


Agarro el viento por su parte más tierna,/ o quizás es él quien me sorprende/ con los labios abiertos/ y una vocal colgada por la esfera,/ entre las siete y las ocho/ cuando sudo,/ cuando la voz de un silbo/ me recuerda los gestos de las nubes.// No transcurren los días estos días,/ son sólo el devenir de una promesa/ escrita ya en la biblia/ de mis manos.


Tu infancia es sólo un río detenido/ a la sombra de todos los naranjos.


En el corazón de la almendra/ dormitan razones prehistóricas/ que invitan al aceite a madurar.


En el centro del centro de la flor/ se duerme el perfil de la mirada,/ un fonema entre los dientes/ y el roce estremecido del deseo.// La lluvia arranca en su trabajo la corola/ y en su triste desnudo/ la flor ofrece una estructura/ de corazón abierto en la retina.// El viento que parece distraído/ solloza a la llegada del otoño.


El frío es sólo un faro intermitente/ que anuncia el nacimiento del metal,/ por eso busco a tientas/ para recuperar la savia en el presente/ el sueño de la lana.// Nada tiene sentido si mis ojos/ no transitan a ratos la seda y el mordisco.


Cuando se hace abril entre mis dedos,/ el horizonte tiene/ una colección de soluciones/ para aquellas recetas imposibles.// Abril es un simple suspiro que se sucede a la derrota.// Y el viento no sospecha/ que en su trayecto arrastra/ resistencias y vocablos.// Abril no nos conocía,/ por eso vino en septiembre.


Me someto al capricho del viento y procuro no confundirme con las semillas, diminuto insecto volador, dios enamorado de abdomen y alas de encaje, igual que este palpitar de seda por el tacto, acaricio el vértice externo de la hierba.

La solución a tanta miseria es rendirse al dictado de los sueños.


Si extiendo el corazón e intento rotular el mapa de su tiempo, encuentro zonas vertebradas de alfabeto que indican el camino hacia la vida.

Mi corazón que ya no tiene trampas ni riesgo de naufragio.


Este otoño que deshecha las horas caídas, sucias por el barro de la ausencia con el azul perdido y sin mordiente, las horas que se olvidan de mí.

Este otoño de nube y escarcha de aeropuerto, noviembre de metal sin sinestesia que me ofrece los restos de la noche cuando apago la voz en la ventana.

Este otoño de mí y ya tan lejos.


He decidido ser salvaje, la claridad de un rostro mientras duerme, la raíz de un verso.


Hoy la lluvia ha brincado entre las ramas.

La música que suena sin excusas
y da cuerda al sentido.


Justo antes de la luz están los párpados

prólogo de la noche
en el paisaje de un beso

justo antes de la vida.


Un nombre brota de mis labios

como el murmullo del rocío
por la flor.


La lengua
como el viento
atraviesa mis límites

general de todos los ejércitos.


Hoy la niebla ocupa
el lugar de los pájaros

igual que una boca abarca el corazón.


Abarcar una nube sin silueta

intento convencer a la piel
desnudarla de luz
al roce sin fin de la realidad.

El viento es sólo un verso inacabable.


Una fuente pequeña
el resplandor de un precipicio
el despertar ansioso de las ganas
la libertad del sueño

la lengua que me busca por el aire.


Como si fuesen flechas
los pájaros en su mirada
vuelan siempre a la altura de la luz.

Tienen alas sus ojos
para guardar silencio.


El silencio se impregna del ruido de las gotas
y todo es ya sereno:

la altura de los adjetivos
el peso de las dudas
la libertad en los números
y el rumor de las hormigas

como si de un momento a otro
su cuerpo me habitase.


Entre un suspiro y mi voz

como si el viento

hubiese aprendido a descansar.

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