TE LO DIJE
Te lo dije para las nubes
te lo dije para el árbol del mar
para cada ola para los pájaros en las hojas
para los guijarros ruidosos
para las manos familiares
para el ojo que se vuelve rostro o paisaje
y el sueño le da el cielo de su color
para toda la noche bebida
para la reja de los caminos
para la ventana abierta para la frente descubierta
te lo dije para tus pensamientos para tus palabras
toda caricia toda confianza se sobreviven.
NOSOTROS DOS
Nosotros dos teniéndonos las manos
Y en cualquier lado nos creemos en nuestro hogar
Bajo el árbol tierno bajo el cielo negro
Bajo todos los techos cerca del fuego
En la calle vacía a pleno sol
En los vagos ojos de la multitud
Al lado de los cuerdos y de los locos
Mezclados con los niños y con los grandes
Nada tiene el amor de misterioso
Somos nosotros mismos la evidencia
Los que se aman se creen siempre en nuestro hogar.
¡Actualidad! Tan fugaz/ En su cogollo y su miga,/ Regala a mi lentitud/ El sumo sabor a vida. Jorge Guillén
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lunes, 10 de septiembre de 2012
lunes, 21 de marzo de 2011
Óscar Oliva, de cuya poesía en 'Trabajo ilegal' estamos dando extensa cuenta, acaba de publicar 'Estratos'. Nota de prensa

Octavio Paz escribió: “La poesía de Óscar Oliva me recuerda la de Éluard, no por el erotismo sino por la limpidez: edificios verbales hechos de aire”. Hace nueve lustros, al destacar la obra del entonces joven poeta (Óscar Oliva tenía 30 años), Paz se refirió a la inventiva y la experimentación de una poesía que incorporaba a la lírica mexicana ciertos elementos que le estaban faltando: la rabia, la fuerza, la osadía.
Estratos, su nuevo libro, es una obra de madurez: el sólido quehacer de quien ha rebasado los 70 años de edad —de los que ha dedicado más de medio siglo a la poesía— y hoy entrega a los lectores un canto decantado, pulido y brillante, rodado por la corriente de la emoción y la experiencia. Verso y prosa dialogan en estas aguas, en estas páginas.
Es el libro de quien ya no puede detener ni contener el torrente del río verbal y que, en plena madurez, más que concluir, empieza: retorna al principio porque, tal y como sentencia en sus páginas, “la montaña no ha dejado de repetir / años después nuestros gritos”, y porque hoy que “la canción es de nadie” y “nadie da voz a nadie” es necesario no parar, no detenerse, no caer ni contenerse.
Si el joven poeta Óscar Oliva alzó su voz desbocada en medio del desastre y el estado de sitio, el poeta maduro, hoy, mira a su alrededor y vuelve a ver el desastre, las cabezas cortadas, la desolación, y otra vez vuelve a sentir el anónimo dolor de todos y de nadie.
Más allá del tiempo, la poesía sigue siendo música necesaria, urgente, imprescindible lo mismo que ineludible testimonio de los anhelos y la desdicha de estar vivos o, para decirlo con las propias palabras del poeta, “una forma de resistencia para preguntar qué mundo está por nacer”.
Juan Domingo Argüelles
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