lunes, 22 de abril de 2013

Inéditos de Manuel Rico (RÍO Y CARRETERA), María Sangüesa (ÁRBOLES DE SILENCIO) y Fernando Sarría Abadía (NOVIEMBRE) en el número 29 de la revista "Álora, la bien cercada". Y fin del repaso a esta edición

RÍO Y CARRETERA

La carretera, al fondo,
desaparecía entre el piorno y la hojarasca, era
como un misterio escrito
en la piel de los montes:
el signo imprescriptible del otoño, la huella
de la niñez perdida y de los cuentos
aprendidos y rotos por la edad y su herida.

Dejamos el coche muy cerca del río,
caminamos por las sendas estrechas
que, entre zarzas, llevaba, a rincones
desconocidos,
vencíamos la muerte con estusiasmos mínimos:
la flor herida por la helada, el rocío
sobre las hojas ocres, ciertas manchas
de musgo en la corteza
de un tronco derribado.

¡Cuántas veces aprendimos las lecciones del tiempo
junto a una carretera perdida entre montañas
tras detener el coche
a la orilla de un río y beber el silencio
de la tarde!

Manuel Rico


ÁRBOLES DE SILENCIO

No, no es que callen los árboles
es que su voz se enreda sobre el aire
para vivir meciéndose en su seno,
y exhalar la muerte en cada hoja.

Ritual de vida,
resurrección de ciclos que se cierran
en savias dormidas, y esconden
un despertar de Lázaro en sus vetas...

Resurgir concéntrico
de floraciones anilladas
entre breves agonías de madera.

No, no es que callen los árboles
es que su voz encubre los misterios
que va olvidando el viento en cada soplo.

María Sangüesa


NOVIEMBRE

Regresar es volver a escuchar el ronroneo triste de los árboles,
el murmullo que se origina en el aire
al caer paulatina la tarde ardiendo en los tejados,
es saber distinguir en la distancia el azul de la siembra
sim márgenes y sin tiempo en la mirada,
es distinguir la voz enjaulada por el viento
que ulula despacio por el suelo
arrastrando ante nosotros la incipiente muerte,
es estremecerse ante la lucha sin cuartel
de la luz y de la sombra en los rincones,
y es volver con el silencio a leer la verdad del río,
cuando el agua hurga adentro
con su nivel de lluvia y su melancolía.
Todo es regresar,
mientras el otoño, sabio y viejo,
desembala, lentamente, el miedo de tu cuerpo.

Fernando Sarría Abadía

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