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jueves, 24 de mayo de 2012

Enrique Larreta (10) y yo

ILUMINACIONES (Enrique Larreta)

Ablución de tinieblas. Agua oscura
de la noche. Viento de las estrellas.
Religioso ondular de luces bellas.
¿Sois el aura de Dios o la figura

del ansia nuestra, que al ganar altura
se estremece en le mar azul de aquellas
místicas sombras, navegando en ellas
y encendiendo sus velos? Hermosura

de un pez de luz que desprendiera escamas.
¡Oh cielo!, al fin, tus lágrimas divinas
las mismas son que mi alma en cautiverio

ve caer de sus muros. Tú te inflamas
en mi propio soñar y me iluminas
con iluminaciones de misterio.


YA OIGO... (Jesús Malia en Camino a Santiago)

Ya oigo a las estrellas
galopar en la noche
y beber de su agua
negra
inagotable.

Y yo las monto,
una por una.
Indómitas, salvajes.

Es un juego caer
desde sus grupas
en el seno del bosque,
y volver a ascender hasta ellas, riendo,
y volver a caer desde ellas, feliz de poder escalarlas.

lunes, 29 de marzo de 2010

Gracias por querer mi 'Camino a Santiago'. Tercera edición.

He descubierto de ayer a hoy (escribo cuatro días de publicar esta entrada) el éxito que está teniendo mi 'Camino a Santiago' en número de visitas y en duración de las mismas, aquí en Poesía Abierta. Agradecido quedo por esta atención, y deudor, pues. Así, cumplo con el debido respeto y atención al lector, y publico la tercera edición que he realizado de estos versos. Pero esta vez dejo la huella de la versión anterior para que el lector compare, si le interesa, o se quede con la que prefiera. Además, a pesar de que no parece que haya ningún enlace que remita a la entrada anterior, y a pesar de que son muy numerosas las visitas que llegan a través del buscador con motivos diversos en torno al Camino de Santiago, yo no me creo que sea posible este éxito sin el auspicio de generosos amigos que tengan la entrada ligada en sus blogs o páginas web. Y yo no les puedo afear su desinteresada contribución convirtiendo en corruptos los hiperenlaces que me permiten hablarte. Va.

Federico
Verde
que te quiero
verde,
verde pelo,
verde rama,
el barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.

___________

Rafael
No quiero barca, corazón barquero,
quiero ir caminando
por la mar al puerto.

____________

Jorge
Se ofrece, se extiende, cunde en torno el día
tangible. De nuevo me regala sillas.

No. Mejor a pie
veré los colores del verano mío.

1
Canta el río en el cantil
y dice ¡agua!
a una hoja danzante que navega y lo busca.

Primero se hunde, después reflota,
y fluye sin descanso y sin fatiga…

¿Quién sabrá de aquel árbol de que un día caíste
como miga de pan del balcón a las pombas?
¿Cuál será aquella mano que te hizo caer y danzar para siempre en el filo del agua?

Peregrina feliz,
el camino es la meta,
no hay destino ni origen.

2
Desciendo junto al río para tocar tu piel,
los árboles me ofrecen el camino mostrando sus raíces.

Es falso que me esperes al final del trayecto,
tu ausencia me acompaña:
ahí te tengo entre gasas corriendo por delante
riéndote al girar burlona y descarada.

Tú fluyes en el viento
y mis pies descarnados aún te siguen alegres.

Qué fresca es esta sombra que alivia la canícula.


3
Cada río es un camino diferente
(y hay más hombres que ríos)
pero el abrazo
es el cruce violento y feliz
de sus dos aguas.


4
Aquí oirás al silencio llamarte a voces:
te busca en la floresta y en los árboles
que anclan sus raíces en el río.

¡Quién supiera sus nombres!
para decirles:
“Hermano x, ¡qué tranquila es tu estirpe!,
de raíces tan hondas
e inamovibles
en el fluir incesante y sereno del agua.
Qué dichosa tu suerte, hermano x,
que la hiedra a tu paz
esbelta, amorosa, se abraza”.

Y yo, sólo en correr.
Atrapar este verso
y huir temeroso y gimoteante,
de nuevo, a las gentes.

Tanta paz me desborda.

5
Es un pozo sediento en el hombre su alma,
le echa amor y no colma,
le echa dios y no sacia.

Inútil, sumergir, el cubo de la razón,
de tanto vacío lo hará rebosar.

6
Aquellos griegos eran superficiales por profundidad.
Friedrich Nietzsche

Lo profundo es el aire.
Jorge Guillén

No temo que esta piel se me abra o se llague
que tu piel me procuro para hacer el camino.


7
Si me buscan las moscas
les ofrezco mi cuerpo.
Que bendigan mis llagas y decansen sus alas tras el largo camino.

Si me buscan las moscas
les ofrezco mi piel.


8
Eres tú tierra fértil y yo soy la semilla,
que tan sólo es en ti el poder germinar.
Es tu carne el hogar que yo, nómada, busco,
por eriales errante como grano de arena que recorre el desierto.

¡Y tú, suerte de oasis en que hundirse en su agua!
Así yo en tu carne, donde quiero habitar.


9
Yo soy la maleza que crece junto al trigo
y sé de mi futuro, envuelto por las llamas, cuando el trigo madure.

Así,
mi tallo con tu espiga tocándose ha de estar
mientras dios no te llame elegida a su lado.
Tu raíz y mi raíz harán por encontrarse.

Porque tú eres el trigo que crece en la maleza.

10
Vestido de silencio,
invisible a los hombres,
como brizna de hierba
en el medio del bosque
que no alcanza ni el viento,
es tu voz quien me nombra.
Y como Lázaro, Jesús se levanta y Jesús anda.

11
Aquí guardo tu nombre,
en el cofre del viento.
Que al pasar de los siglos
en él suene por siempre.

12
Se ve el viento en la fronda
como en todas las cosas.

Hermano de los bosques,
hijo del río.

13
Peregrina peregrina
ánima
que en la niebla me asaltas.

En este bosque
¿está mi alma?

14
Me detengo en este bosque para leer mis versos:
un árbol se cimbrea cambiando de postura;
mariposas azules sobre el río se aman;
una mosca me enfrenta;
una hormiga escala el Everest de mi pierna;
una ortiga me pica;
el viento crea un rumor que confunde al poeta;
y de fondo el aplauso sincero de una vaca que agita su cencerro.


15
Las ánimas del bosque se guardan en la niebla
y a tu paso se abren.

Ni traspasan tu cuerpo ni se quedan en él,
nómadas del bosque en él tienen su paz.


16
Zaratrusta, eremita en los rayos del sol.


17
He llegado hasta aquí
sin pronunciar tu nombre,
te he traído en penumbra
cada día conmigo.
Y sin embargo,
cada paso que resta para hacer el camino,
cada roble y acebo de estos bosques sin fin,
siento que eres tú quien quisiera besarlos
que conmigo caminas.

Una vela en Santiago enciendes por mí
y su luz me ilumina
y la busco, sin fuerzas,
pero sigo hasta ti luminaria incesante
contigo en penumbra.


18
Camino de tu mano todavía,
fuerte y milenaria como el roble.

De ti nací
y moriré,
porque tu útero
es la tierra en sus ríos y bosques
y yo sólo un olivo en mitad de la senda que no tiene final.


19
Todo lleva tu nombre al tocar la raíz cuando cae la noche
y rezuma en las hojas rebosantes del alba.


20
Llegar al final para ir al principio,
escalar a la cima para luego volar anhelante a la base
(cristo horizontal que derrochas el alma).

Del seno de la madre al seno de la tierra.

21
Si ahora lloro es que tiemblo
de tenerte tan cerca.
¡Eres tú, sin pecado!,
que profano pensaba que venía hasta aquí
y es tu fe que me arrastra.

Aquí duermes viviendo en el cielo y la piedra
que no vieron tus ojos.

Vuelve a ser, que comparta
este viaje contigo.


22
Porque irradia la luna
me guarezco en el bosque,
con sus puertas abiertas
y ventanas caídas.

Tan lonxe está el hombre
que esta paz es posible.


23
Mira al cielo
e inventa
los nombres de los astros:
Lucinante espera lo cabelgues
en busca de la hermosa Lucinea.

La realidad espera que la inventes,
es tu leyenda,
¡salve!


24
Ya oigo a las estrellas
galopar en la noche
y beber de su agua
negra
inagotable.

Y yo las monto,
una por una.
Indómitas, salvajes.

Es un juego caer
desde sus grupas
en el seno del bosque,
y volver a ascender hasta ellas, riendo,
y volver a caer desde ellas, feliz de poder escalarlas.


25
Quedan lejos los hombres que a la piedra se entregan a que llaman apóstol,
hoy prefiero confluir con mi sangre en tu savia.

He aquí tu corteza, mis brazos, éstos.

¡Qué derroche de agua derramada en la piedra!
¡Cuánta sed en la carne
desatendida!


26
Vestigio del futuro,
tu raíz me esclarece
una dicha
inquebrantable.

Aún serás aún después
de que hallamos marchado.


27
He salido a caminar para quedarme quieto,
como el árbol camina en las sendas del aire cuando busca las nubes que le ocultan la
[luz,
como un niño que salta para asirse a los rayos y suspenso se queda agarrado del aire.

He salido a caminar para no hollar la tierra,
como el árbol camina cuando ensancha su tronco extendiendo el abrazo.

He salido a caminar como el árbol camina
al hundir su raíz.


28
Volverás hasta aquí a buscar lo soñado.

Volverás hasta aquí
a soñar lo vivido.

jueves, 30 de abril de 2009

Jesús Malia en 'Madrid: una ciudad, muchas voces'

Permitidme. El verso que publico es de los pertenecientes a la serie Camino a Santiago, ya recogida en este blog. Si vuelvo a exponerlo es porque hago una importamte corrección.

He salido a caminar para quedarme quieto,
como el árbol camina por las sendas del aire cuando busca las nubes que le ocultan la luz,
como un niño que salta para asirse a los rayos y suspenso se queda agarrado del aire.

He salido a caminar para no hollar la tierra,
como el árbol camina cuando ensancha su tronco extendiendo el abrazo.

He salido a caminar como el árbol camina
al hundir su raíz.

jueves, 12 de marzo de 2009

'Camino a Santiago', de Jesús Malia

'Camino a Santiago' recoge textos que nacieron el verano de 2008, en mi segunda visita a Galicia. La primera vez, me acogió amablemente mi amiga la poeta María Lado en su ciudad, Santiago de Compostela, y me llevó a conocer su terruño en la coste de la muerte, Cee. Esta segunda vez hice un peregrinaje a mí mismo, con objetivo físico en Santiago. Doce días de dicha y abandono. Abandono de rutinas y abandono del mundo y de sus gentes en el medio de ellas: mi compañía fui yo. Ése era el objetivo. Móvil fuera, internet poco. Caminar por la mañana, si se hacía apetecible o soportable. Y por la tarde, siempre, adentrarse en los bosques o en caminos solitarios. Y tampoco se podía perdonar uno o varios licores de hierbas, ¡claro!, qué no veas cómo inspira. Ni el pulpo, ni el bacalao, ni la empanadas...¡oh!, ¡Galicia calidade!
Pero en fin, que se va uno solo a estar solo y a buscarse, y encuentra que hay un amor recién descubierto que le acompaña, unos amigos con los que no puede dejar de conversar, unas soledades que sanar y otras que potenciar, una madre en que vive, un árbol cuya corteza le tiende el abrazo y le ofrece la paz. En fin, la vida. Abandona uno las tareas de costumbre, con todo el tiempo por llenar, como un crío, y se descubre.
Así que aquí tienes, amigo, 'Camino a Santiago'. El libro, si lo es, que más fácil me ha resultado. Aquí no busques construcciones portentosas (un mismo poema en cada verso, estructuras claras y definidas, un discurso coherente; aunque tal vez, por azar, lo haya), si éso que buscas no es otra cosa que Jesús Malia, el que escribe, se regocija y llora.
Toma, aquí va, ya es tuyo. Deshazte de las versiones anteriores de los poemas. Ésta es la segunda y definitiva. Gracias.

1
Canta el río en el cantil
y dice ¡agua!
a una hoja danzante que navega y lo busca.

Primero se hunde, después reflota,
y fluye sin descanso y sin fatiga…

¿Quién sabrá de aquel árbol de que un día caíste
como miga de pan del balcón a las pombas?
¿Cuál será aquella mano que te hizo caer y danzar para siempre en el filo del agua?

Peregrina feliz,
el camino es la meta,
no hay destino ni origen.

2
Aquí oirás al silencio llamarte a voces:
te busca en la floresta y en los árboles
que anclan sus raíces en el río.

¡Quién supiera sus nombres!
para decirles:
“Hermano x, ¡qué tranquila es tu estirpe!,
de raíces tan hondas
e inamovibles
en el fluir incesante y sereno del agua.
Qué dichosa tu suerte, hermano x,
que la hiedra a tu paz
esbelta, amorosa, se abraza”.

Y yo, sólo en correr.
Atrapar este verso
y huir temeroso y gimoteante,
de nuevo, a las gentes.

Tanta paz me desborda.

3
Cada río es un camino diferente
y hay más hombres que ríos,
pero el abrazo
es el cruce violento y feliz
de sus dos aguas.



4
Volverás hasta aquí a buscar los soñado
aunque nunca vivido
salvo en manos y ojos de tu mente encendida.

Volverás hasta aquí
a soñar lo vivido.

5
Es un pozo sedente en el hombre su alma,
le echa amor y no colma,
le echa dios y no sacia.

Inútil, sumergir, el cubo de la razón,
de tanto vacío lo hará rebosar.

(Estos cinco poemas se deben a Samos, maravilloso lugar. El siguiente, a mi primera salida del lugar.)

6
Desciendo junto al río para tocar tu piel,
los árboles me ofrecen el camino mostrando sus raíces.

Es falso que me esperes al final del trayecto,
tu ausencia me acompaña:
ahí te tengo entre gasas corriendo por delante
riéndote al girar burlona y descarada.

Tú fluyes en el viento
y mis pies descarnados aún te siguen alegres.

Qué fresca es esta sombra que alivia la canícula.

7
Yo soy la maleza que crece junto al trigo
y sé de mi futuro, envuelto por las llamas, cuando el trigo madure.

Así,
mi tallo con tu espiga tocándose ha de estar
mientras dios no te llame elegida a su lado.
Tu raíz y mi raíz harán por encontrarse.

Porque tú eres el trigo que crece en la maleza.



8
Aquellos griegos eran superficiales por profundidad.
Friedrich Nietzsche

Lo profundo es el aire.
Jorge Guillén

No temo que esta piel se me abra o se llague,
que tu piel me procuro para hacer el camino.

9
Ese yo que soy yo
y no encuentro y que busco
inasequible
al desaliento.

Y si digo poesía
es que inquiero do estoy,
es que grito: no sé
el lugar en que habite.

Pero sé que estás tú vestida de tu risa
en tu cuerpo menudo de ojos insaciables
de mujer y alegría.

Donde albergue tu risa.

10
Si me buscan las moscas
les ofrezco mi cuerpo.
Que bendigan mis llagas y decansen sus alas tras el largo camino.

Si me buscan las moscas
les ofrezco mi piel.

11
Aquí guardo tu nombre,
en el cofre del viento.
Que al pasar de los siglos
en el suene por siempre.

12
Vestido de silencio,
invisible a los hombres,
como brizna de hierba
en el medio del bosque
que no alcanza ni el viento,
es tu voz quien me nombra.
Y como Lázaro, Jesús se levanta y Jesús anda.

13
Eres tú tierra fértil y yo soy la semilla,
que tan sólo es en ti el poder germinar.
Es tu carne el hogar que yo, nómada, busco,
por eriales errante como grano de arena que recorre el desierto.

¡Y tú suerte de oasis en que hundirse en su agua!
Así yo en tu carne, donde quiero habitar.

14
Se ve el viento en la fronda
como en todas las cosas.

15
Peregrina peregrina
ánima
que en la niebla me asaltas.

En este bosque
¿está mi alma?


16
Hermano de los bosques,
hijo del río.

17
Me detengo en este bosque para leer mis versos:
un árbol se cimbrea cambiando de postura; mariposas azules sobre el río se aman; una mosca me enfrenta; una hormiga escala el Everest de mi pierna; una ortiga me pica;
el viento crea un rumor que confunde al poeta; y de fondo el aplauso sincero de una vaca que agita su cencerro.

18
Las ánimas del bosque se guardan en la niebla
y a tu paso se abren.

Ni traspasan tu cuerpo ni se quedan en él,
nómadas del bosque en él tienen su paz.

19
Zaratrusta eremita en los rayos del sol,
descendiste a los hombres.

20
He llegado hasta aquí
sin pronunciar tu nombre,
te he traído en penumbras
cada día conmigo.
Y sin embargo,
cada paso que resta para hacer el camino,
cada roble y acebo de estos bosques sin fin,
siento que eres tú quien quisiera besarlos
que conmigo caminas.

Una vela en Santiago enciendes por mí
y su luz me ilumina
y la busco, sin fuerzas,
pero sigo hasta ti luminaria incesante
contigo en penumbra.


21
Camino de tu mano todavía,
fuerte y milenaria como el roble.

De ti nací
y moriré,
porque tu útero
es la tierra en sus ríos y bosques
y yo sólo un olivo en mitad de la senda que no tiene final.

Debo oír a los hombres que me halaguen tu piel,
¡oh, tú, égida mía!

22
Todo lleva tu nombre al tocar la raíz cuando cae la noche
y rezuma en las hojas rebosantes del alba.

23
Llegar al final para ir al principio,
escalar a la cima para luego volar anhelante a la base
(cristo horizontal que derrochas el alma).

Del seno de la madre al seno de la tierra.

24
Verde
que te quiero
verde,
verde pelo,
verde rama,
el barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.

¬¬¬¬ ___________

No quiero barca, corazón barquero,
quiero ir caminando
por la mar al puerto.

____________

Se ofrece, se extiende,
Cunde en torno el día
Tangible. De nuevo
Me regala sillas.

No. Mejor a pie
Veré los colores
Del verano mío,
Que aun no me conoce.

25
Ya oigo a las estrellas
galopar en la noche
y beber de su agua
negra
inagotable.

Y yo las monto,
una por una.
Indómitas, salvajes.

Es un juego caer
desde sus grupas
en el seno del bosque,
y volver a ascender hasta ellas, riendo,
y volver a caer desde ellas, feliz de poder escalarlas.

26
Porque irradia la luna
me guarezco en el bosque,
con sus puertas abiertas
y ventanas caídas.

Tan lonxe está el hombre
que esta paz es posible.

27
Mira al cielo
e inventa
los nombres de los astros:
Lucinante espera lo cabelgues
en busca de la hermosa Lucinea.

La realidad espera que la inventes,
es tu leyenda,
¡salve!

28
Si ahora lloro es que tiemblo
de tenerte tan cerca.
¡Eres tú, sin pecado!,
que profano pensaba que venía hasta aquí
y es tu fe que me arrastra.

Aquí duermes viviendo en el cielo y la piedra
que no vieron tus ojos.

Vuelve a ser, que comparta
este viaje contigo.


29
Quedan lejos los hombres que a la piedra se entregan a que llaman apóstol,
hoy prefiero confluir con mi sangre en tu savia.

He aquí tu corteza, mis brazos, éstos.

¡Qué derroche de agua derramada en la piedra!
¡Cuánta sed en la carne
desatendida!

30
He salido a caminar para quedarme quieto,
como el árbol camina en la senda del tiempo cuando busca las nubes que le ocultan la luz,
como un niño que salta para asirse a los rayos y suspenso se queda agarrado del aire.

He salido a caminar para no hollar la tierra,
como el árbol camina cuando ensancha su tronco extendiendo el abrazo.

He salido a caminar como el árbol camina
al hundir su raíz.

31
Vestigio del futuro,
tu raíz me esclarece
una dicha
inquebrantable.

Aún serás aún después
de que hallamos marchado.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Camino a Santiago

10
Si me buscan las moscas
les ofrezco mi cuerpo.
Que bendigan mis llagas y decansen sus alas tras el largo camino.

Si me buscan las moscasles ofrezco mi piel.

Jesús Malia

viernes, 8 de agosto de 2008

Camino a Santiago

Cada río es un camino diferente
y hay más hombres que ríos,
pero el abrazo
es el cruce violento y feliz
de sus dos aguas.

Jesús Malia

sábado, 2 de agosto de 2008

Camino de Santiago

Bajo el reinado en Asturias y Galicia de Alfonso II el Casto, hijo de Fruela que fue guardado y educado en el monasterio benedictino de Samos, se descubre el enterramiento del Apóstol Santiago, en un campo iluminado por una estrella: Compo-stela, Santiago de Compostela. Alfonso, emprende camino a pie con su séquito desde Oviedo, pasando por su venerado monasterio de Samos.
El camino a Santiago francés, recoge hoy como un desvío de cierto encanto esta parada.
La historia dice, que el camino original parte de Oviedo y pasa por Samos en dirección a Santiago.
El peregrino avisado de la historia, lo considere. El caminante que quiera disfrutar de un paraje maravilloso, de la golosina que al espíritu supone un río límpido que nos muestra su vientre habitado por truchas (troitas en gallego), unos árboles que le hunden sus raíces poblados de ardillas, unos montes boscosos que nos envuelven de belleza y paz y admiración, las siempre atentas y amables gentes gallegas...pase por Samos, en la provincia de Lugo. El monasterio, por cierto, tiene hospedería. ¡Qué ganas que dan!
Pues ayer estuve, y después de tantos meses, hubo una cierta cosecha. Sin mucho estudio aquí os avanzo algo. Vendrá más, por etapas, claro.

Canta el río en el cantil
y dice
¡agua!
a una hoja danzante
que navega y lo busca.
Si luego se hunde,
después reflota
y fluye sin descanso y sin fatiga...

¿Quién sabrá de aquel árbol
de que un día caíste
como miga de pan
del balcón a las pombas?

¿Cuál será aquella mano que te hizo caer y danzar para siempre en el filo del agua?

Peregrina feliz,
el camino es la meta,
no hay destino ni origen.


Jesús Malia
Nota del autor: pomba es paloma en gallego.