Octubre cerrará la última puerta
Las hojas en el suelo de la calle
son testigos de un traspiés, dos,
alguno más delataría que vacila
nuestro paso. Las sillas en el bar
quedaron boca arriba.
Y entonces advertimos
que Octubre cerrará la última puerta.
Alguien sospecha que buscamos
imposibles, la foto de los años
que volaron, humo lejano,
el sol de cada día que es rutina,
palabras que nos mientan
y fingimos carreras
en un coche que no es nuestro,
vivir la vida en un instante,
restar algún año en el carné.
Pero sabemos bien
que sólo nos queda la risa
que descorcha la tercera botella,
después nada,
no queremos una noche
en que la verdad incomode
porque nos espera la calle
y prometí pagar la última,
o dos más aunque Octubre acelere, sí.
Mañana es veinte,
no pises las hojas en el suelo.
Octubre cerrará la última puerta.
El río
He vuelto a leer tu libro.
Dicen que se parece a un buen tratado
de geografía humana.
El río lo atraviesa, sin fronteras,
fluye entre las hojas como un protagonista
y modela las tierras, la gente
que habita sus orillas,
el tiempo detenido. Se ve muy claro.
Quizás te inspiraste en aquel viaje
de no hace tantos años,
el gran canal varado entre la historia
royendo la piedra con el agua.
A un lado los turistas y el bullicio, al otro
los vecinos, inmersos en su vida cotidiana,
dos mundos diferentes y en medio nosotros,
tercos con la foto de ángulo imposible
en uno de los puentes,
el más famoso, nunca recuerdo el nombre.
Isla sin oficio
Te vas y antes de irte
ya sueñas con hacerlo,
la vida siempre busca su aire
más allá de distancias
que son humo y enfrentas el camino
sin mirar el asfalto.
Ser isla sin oficio,
sin causa,
torrente, viento libre y te vas
en busca del tiempo que fue tuyo,
de la promesa sutil,
con hambre de selva,
con el vuelo bajo
y sin medir el norte
de un nuevo septiembre
que muestre
donde habitan los viajes.
No hace demasiado, fue el 7 de junio que Chema me envió su poemario por email. Pero al descubrir su libro en el escritorio de mi PC, como tantas tareas y placeres que uno guarda en los lugares más dispares de su disco duro, me ha parecido que hacía siglos que debía abordar su lectura. Comprende, Chema, que el final del curso, que las oposiciones que menos mal que no aprobé (con lo mal que está la enseñanza...), que las lecturas de los mestros (como Ortega y Platón) que uno se debe, que la vuelta al cole, que proyectos nuevos, que, que, que... Finalmente, hoy, anteayer para el lector (como si importara este detalle), aquí he llegado, y con gusto Chema. Tanto, que aquí comienzo a mostrar tu poemario por estricto orden sin intención de saltarme ni un sólo verso. Si no estás de acuerdo, házmelo saber. Mientras tanto, las 21 horas (de España) de los miércoles son tuyas. Gracias.
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