EL CHINGOLO
Pastizal,
flexible cobijo
raíz contra raíz.
Un nido ocultas,
un huevo lírico;
un canto en flecha
que mañana
cruzará hiriente la noche,
anunciando
al patrón de las veletas.
TIERRA DE ARADOS
Hay nombres esparcidos en el humus,
en encriptados signos de aguasal.
Divinas fuerzas arrendadas,
para la subcutánea raíz
del labriego.
Verdes, y ocres extendidos,
que porfiados resucitan
en la decaída huella del invierno.
Enjundiosos espíritus volvedores,
que jamás prostituyen
como ruines adecentados,
a quien generosamente fértil
se tiende hembra.
CARNADA VIVA
En la barranca,
permisiva huelga
de cañas olvidadas.
Gran felicidad
del pecerío.
¡El vino,
el fuego,
los amigos!
Y aunque ebria,
insomne,
la guitarra.
EN PARCELA AJENA
El alma, aunque un poco sorda,
se entreabre a un coro
de niños ausentes.
Da a luz al mudo diálogo
de la acucia y la siembra.
Congruente, oscuro de pureza,
revienta el terrón entre los callos,
y dejándose llover,
sobre el lomo del milagro,
honradamente,
cubre las semillas.
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