A Adán,
podría amarle tanto...
Él sabe contentar a la Eva desnuda
que le pide frutos
prohibidos,
y le arrastra al río
y le ve reirse feliz,
aunque sus costillas besen
todas las piedras del camino.
Es un niño que pide amor
y se conforma con juguetes
o dos segundos de abrazos
y ternura.
Un jilguero, es Adán,
un ave colorida
que sabe volar
aunque sus alas
no den para tanto
y se alimenta apenas
de semillas y migajas
de pan
y algún insecto.
Me gusta Adán,
podría amarle tanto...
Pero me araña la piel
con sus ansias de certezas
y no sabe vivir
a la intemperie.
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