LAS SOLEDADES INTERRUMPIDAS
Hay robles, hay nogales,
Olmos también, castaños.
Entre las muchas frondas
El tiempo aísla prados.
Troncos ya no. Son tablas.
Renacen las maderas.
....Y una pared, un porche.
Ya es un pueblo: se esfuerza.
Colorines. Reluce,
Desordenando el día
Más luminosamente,
La terca tentativa.
Casas, al fin, despuntan
Por entre unos verdores
Sujetos a un dibujo
Sumiso. Quiere el hombre.
Las calles —rectilíneas
Y tan silvestres— quedan
Acogiendo aquel ansia
De historia con su selva.
¡ Oh codicia elegante!
El cristal de las lunas
No deja al maniquí
Perder su compostura.
Todo está concebido.
¡ Cuidado! La persona
Se detiene en un borde,
Con los demás a solas.
Y se desgarra el tiempo…
Es el pitido súbito
De un tren que allí, tan próximo
Precipita al futuro.
Fluyan, fluyan las horas:
Gran carretera. Van
Manando ya las fuentes
De la velocidad.
Los follajes divisan
A los atareados,
En su esfuerzo perdidos,
Oscuros bajo el árbol.
Un rumor. Son las hojas
Gratas, profusas, cómplices
Los tejados contemplan
Tiernamente su bosque.
Jorge Guillén, Generación del 27
¡Actualidad! Tan fugaz/ En su cogollo y su miga,/ Regala a mi lentitud/ El sumo sabor a vida. Jorge Guillén
jueves, 31 de julio de 2008
miércoles, 30 de julio de 2008
Reseña sobre 'NN', de Julio Espinosa Guerra (Gens Editores, Madrid, 2007)
NN nos muestra el desencuentro entre la realidad y la palabra, el fracaso del lenguaje al tratar de reflejar o nombrar lo real: «Mi boca / pronuncia la palabra realidad / y el espejo se quiebra en pequeños trozos de latón». Es un poemario intenso y profundo que desasosiega al lector, que le hace reflexionar y tomar conciencia de que «las palabras no son más / que el empaque / de lo que un día nombraron».
El libro se divide en cuatro secciones, la primera está formada por un abecedario de poemas y por «NN» como poema de cierre. Esta sección se subdivide en dos: construcción de la realidad a partir de la palabra y su disección para llegar a su origen. El idioma, el lenguaje, la palabra, no sirven para construir lo real: «No alcanza / es que no alcanza / la palabra casa no alcanza / ni la palabra julio / ni la palabra violín me alcanza / Ni siquiera con la palabra arañazo / alcanzo la realidad». La disección de la realidad no nos sirve para comprenderla, y al rozar su microestructura nos damos cuenta de que tan solo alcanzamos una parte infinitesimal de ella: «Rajas la realidad / para ver sus nervios / sus órganos / y no tienes ni idea de que al hacerlo / te comes la sopita de huesos / ¾ni los huesos¾ / de esa misma realidad».
En «Agua» nos sumergimos en el mundo virtual de Internet, en su relación con la realidad y la palabra: «1. Si se asfixia la realidad en la palabra / 2. Y la palabra en esta red / 3. En la red / la realidad ya es del todo inexistente». Esta realidad, que se forma a partir de eslabones, de fragmentos, está distorsionada, sesgada: «El río / no es dios ni río / no pasa frente al ojo / ni es el ojo / sino una suma de trozos /concatenados / en la imagen el capricho / final de un montador / que le pone anteojeras al horizonte». Además, la realidad no es única y sobre todo es inalcanzable: «Tanto soñar con la otra orilla / tanta cosa absurda / tanta palabra / para al final descubrir / que debajo del río / hay otro río. Este / imposible de cruzar», o apenas la logramos adivinar: «Abajo del todo / el gran iceberg / Arriba / sólo su punta / Y aún así / estremece».
«Muestrario» está formado por doce poemas de imágenes impactantes. Las palabras, asfixiadas en sus significados, no abarcan la realidad: «Poder tejer / no la araña / sino la red invisible / de los movimientos de su tela / Atrapar / no las moscas y hormigas / en esta imagen / sino su gesto / que se pega al aire / antes de desaparecer». El lenguaje poético con su búsqueda de otras formas de decir, quizá nos permita alcanzar lo que no percibimos con el lenguaje normativo: «Para quitarles el polvo / soplas sobre sus caparazones / Sin querer / se tocan sus membranas / se funden sus barrigas / y otro animal / inclasificado / deja su rastro en el poema». La última sección de este poemario es «Curriculum vitae», un extraordinario poema abre esta parte, en él, el autor refleja la incapacidad del lenguaje poético para nombrar la realidad, la inutilidad de la poesía: «La casa que construyo sobre esta página / no es más que la sombra / de la casa que deseo construir sobre esta página». Esta inutilidad se manifiesta de forma magistral en los siguientes versos: «Pero a veces / una pepita de oro / se enreda entre mis dientes / revolotea en la lengua / y se resbala de los labios / para caer nuevamente / pero limpia y brillante / en medio de la mierda». Igualmente desasosegante es el último poema «Soñé que no decía nada», un cierre que es una reflexión brillante y lúcida sobre nuestro lenguaje, arcaico y lleno de ruido y tal vez, en ese «no decir nada», se encuentre la manera de expresar la realidad.
Raquel Machín
El libro se divide en cuatro secciones, la primera está formada por un abecedario de poemas y por «NN» como poema de cierre. Esta sección se subdivide en dos: construcción de la realidad a partir de la palabra y su disección para llegar a su origen. El idioma, el lenguaje, la palabra, no sirven para construir lo real: «No alcanza / es que no alcanza / la palabra casa no alcanza / ni la palabra julio / ni la palabra violín me alcanza / Ni siquiera con la palabra arañazo / alcanzo la realidad». La disección de la realidad no nos sirve para comprenderla, y al rozar su microestructura nos damos cuenta de que tan solo alcanzamos una parte infinitesimal de ella: «Rajas la realidad / para ver sus nervios / sus órganos / y no tienes ni idea de que al hacerlo / te comes la sopita de huesos / ¾ni los huesos¾ / de esa misma realidad».
En «Agua» nos sumergimos en el mundo virtual de Internet, en su relación con la realidad y la palabra: «1. Si se asfixia la realidad en la palabra / 2. Y la palabra en esta red / 3. En la red / la realidad ya es del todo inexistente». Esta realidad, que se forma a partir de eslabones, de fragmentos, está distorsionada, sesgada: «El río / no es dios ni río / no pasa frente al ojo / ni es el ojo / sino una suma de trozos /concatenados / en la imagen el capricho / final de un montador / que le pone anteojeras al horizonte». Además, la realidad no es única y sobre todo es inalcanzable: «Tanto soñar con la otra orilla / tanta cosa absurda / tanta palabra / para al final descubrir / que debajo del río / hay otro río. Este / imposible de cruzar», o apenas la logramos adivinar: «Abajo del todo / el gran iceberg / Arriba / sólo su punta / Y aún así / estremece».
«Muestrario» está formado por doce poemas de imágenes impactantes. Las palabras, asfixiadas en sus significados, no abarcan la realidad: «Poder tejer / no la araña / sino la red invisible / de los movimientos de su tela / Atrapar / no las moscas y hormigas / en esta imagen / sino su gesto / que se pega al aire / antes de desaparecer». El lenguaje poético con su búsqueda de otras formas de decir, quizá nos permita alcanzar lo que no percibimos con el lenguaje normativo: «Para quitarles el polvo / soplas sobre sus caparazones / Sin querer / se tocan sus membranas / se funden sus barrigas / y otro animal / inclasificado / deja su rastro en el poema». La última sección de este poemario es «Curriculum vitae», un extraordinario poema abre esta parte, en él, el autor refleja la incapacidad del lenguaje poético para nombrar la realidad, la inutilidad de la poesía: «La casa que construyo sobre esta página / no es más que la sombra / de la casa que deseo construir sobre esta página». Esta inutilidad se manifiesta de forma magistral en los siguientes versos: «Pero a veces / una pepita de oro / se enreda entre mis dientes / revolotea en la lengua / y se resbala de los labios / para caer nuevamente / pero limpia y brillante / en medio de la mierda». Igualmente desasosegante es el último poema «Soñé que no decía nada», un cierre que es una reflexión brillante y lúcida sobre nuestro lenguaje, arcaico y lleno de ruido y tal vez, en ese «no decir nada», se encuentre la manera de expresar la realidad.
Raquel Machín
lunes, 28 de julio de 2008
viernes, 25 de julio de 2008
Aprendiz de poeta con Jorge Guillén('Cántico') y Rafael Alberti('Marinero en tierra')
TIEMPO PERDIDO EN LA ORILLA
Se ofrece, se extiende,
Cunde en torno el día
Tangible. De nuevo
Me regala sillas.
No. Mejor a pie
Veré los colores
Del verano mío,
Que aun no me conoce.
Por de pronto, bajo
Mis manos vacías,
Un presentimiento
De azul se desliza,
Azul de otra infancia
Que tendrá unas nubes
Para perseguir
A muchos azules,
Posibles a veces
Dentro de una quinta
De amigos, muy cerca,
-¡ También será mía! –
Con facilidades
Por arroyos, locos
De los regocijos
Que emergen de agosto,
Y sombras de dos
En dos, indistintas
Sobre las riberas
Que a un gris verde invitan.
Jugando a las horas
Que se juegan, entre
Todos los azares,
¿Qué amor no aparece?
Sálvame así, tiempo
Perdido en la orilla
Libre, tanto amor,
Tanto azar, las islas.
Jorge Guillén, Generación del 27
DESDE ALTA MAR
No quiero barca, corazón barquero,
quiero ir andando por la mar al puerto.
¡Qué dulce el agua salada
con su salitre hecho cielo!
¡No quiero sandalias, no!
¡Quiero ir descalzo, barquero!
No quiero barca, corazón barquero,
quiero ir andando por la mar al puerto.
Rafael Alberti, Generación del 27
Se ofrece, se extiende,
Cunde en torno el día
Tangible. De nuevo
Me regala sillas.
No. Mejor a pie
Veré los colores
Del verano mío,
Que aun no me conoce.
Por de pronto, bajo
Mis manos vacías,
Un presentimiento
De azul se desliza,
Azul de otra infancia
Que tendrá unas nubes
Para perseguir
A muchos azules,
Posibles a veces
Dentro de una quinta
De amigos, muy cerca,
-¡ También será mía! –
Con facilidades
Por arroyos, locos
De los regocijos
Que emergen de agosto,
Y sombras de dos
En dos, indistintas
Sobre las riberas
Que a un gris verde invitan.
Jugando a las horas
Que se juegan, entre
Todos los azares,
¿Qué amor no aparece?
Sálvame así, tiempo
Perdido en la orilla
Libre, tanto amor,
Tanto azar, las islas.
Jorge Guillén, Generación del 27
DESDE ALTA MAR
No quiero barca, corazón barquero,
quiero ir andando por la mar al puerto.
¡Qué dulce el agua salada
con su salitre hecho cielo!
¡No quiero sandalias, no!
¡Quiero ir descalzo, barquero!
No quiero barca, corazón barquero,
quiero ir andando por la mar al puerto.
Rafael Alberti, Generación del 27
jueves, 24 de julio de 2008
martes, 22 de julio de 2008
Aprendiz de poeta con Juan Ramón Jiménez
EL CREADOR SIN ESCAPE
I
EL EJEMPLO
Enseña a dios a ser tú.
Sé solo siempre con todos,
con todo, que puedes serlo.
(Si sigues tu voluntad,
un día podrás reinarte
solo enmedio de tu mundo.)
Solo y contigo, más grande,
más solo que el dios que un día
creíste dios cuando niño.
Juan Ramón Jiménez,
padre de la Generación del 27
I
EL EJEMPLO
Enseña a dios a ser tú.
Sé solo siempre con todos,
con todo, que puedes serlo.
(Si sigues tu voluntad,
un día podrás reinarte
solo enmedio de tu mundo.)
Solo y contigo, más grande,
más solo que el dios que un día
creíste dios cuando niño.
Juan Ramón Jiménez,
padre de la Generación del 27
lunes, 21 de julio de 2008
viernes, 18 de julio de 2008
Leo Zelada en 'La senda del dragón'
El silencio del bambú
En la llanura el silencio adquiere voz.
La palabra se deshiela y se hace agua.
Las nubes se abren paso.
Los astros se descentran.
He allí el misterio
-ahora lo entiendo maestro Bashio-
una melodía tenue
impregnando de armonía azul el universo todo.
Sea la sinfonía sagrada de los árboles.
Sea el canto de la palabra encontrada.
Sea el eclipse permanente sobre los elementos.
Sea el desvelar de la poesía en imagen.
Sea entonces
la angustia infinita del poeta.
Sólo la poesía me salvará del delirio.
En la llanura el silencio adquiere voz.
La palabra se deshiela y se hace agua.
Las nubes se abren paso.
Los astros se descentran.
He allí el misterio
-ahora lo entiendo maestro Bashio-
una melodía tenue
impregnando de armonía azul el universo todo.
Sea la sinfonía sagrada de los árboles.
Sea el canto de la palabra encontrada.
Sea el eclipse permanente sobre los elementos.
Sea el desvelar de la poesía en imagen.
Sea entonces
la angustia infinita del poeta.
Sólo la poesía me salvará del delirio.
Leo Zelada en 'La senda del dragón'
jueves, 17 de julio de 2008
martes, 15 de julio de 2008
lunes, 14 de julio de 2008
Aprendiz de...Juan Ramón
LA OTRA FORMA
Hondo vaivén de sólidos y luces
traslada la estación de un sitio a otro.
Enmedio del viraje natural
¡qué hacer con nuestra loca vida abierta!
¿Verdor solar con apariencia eterna,
tierra en que duplicar con nuestra boca,
agua en que refrescar la vena viva,
poniente al que mirar en el descanso?
Ya no sirve esta voz ni esta mirada.
No nos basta esta forma. Hay que salir
y ser en otro ser el otro Ser.
Perpetuar nuestra esplosión gozosa.
El ser que siempre hemos querido ser
(¿y en él quedarnos ya?) fuerza cerrada
de la embriaguez que nos echó en su seno.
Estatua ardiente en paz del dinamismo.
Juan Ramón Jiménez,
padre de la Generación del 27
Hondo vaivén de sólidos y luces
traslada la estación de un sitio a otro.
Enmedio del viraje natural
¡qué hacer con nuestra loca vida abierta!
¿Verdor solar con apariencia eterna,
tierra en que duplicar con nuestra boca,
agua en que refrescar la vena viva,
poniente al que mirar en el descanso?
Ya no sirve esta voz ni esta mirada.
No nos basta esta forma. Hay que salir
y ser en otro ser el otro Ser.
Perpetuar nuestra esplosión gozosa.
El ser que siempre hemos querido ser
(¿y en él quedarnos ya?) fuerza cerrada
de la embriaguez que nos echó en su seno.
Estatua ardiente en paz del dinamismo.
Juan Ramón Jiménez,
padre de la Generación del 27
viernes, 11 de julio de 2008
jueves, 10 de julio de 2008
Aprendiz de poeta con Juan Ramón Jiménez
¡Oh!, sí; romper la copa
de la naturaleza con mi frente;
ganar más luz al pensamiento;
definirlo en los límites de lo que sacia!...
Y que me sea
el infinito que se quede fuera,
como esta calle, que el domingo
deja sola, callada y aburrida,
delante de mis ojos llameantes
a mi alma
Juan Ramón Jiménez,
padre de la Generación del 27
de la naturaleza con mi frente;
ganar más luz al pensamiento;
definirlo en los límites de lo que sacia!...
Y que me sea
el infinito que se quede fuera,
como esta calle, que el domingo
deja sola, callada y aburrida,
delante de mis ojos llameantes
a mi alma
Juan Ramón Jiménez,
padre de la Generación del 27
martes, 8 de julio de 2008
¿Qué onda, huey? Pues Ibañez, güey.
Pues sí, pues sí. En México entre otras cosas, también se hace o ha hecho buen cómic. 'La familia Burrón' es cosa seria, por ejemplo.
Pero ¡ay!, que no me conocéis a Ibáñez y su Mortadelo. Tarde, pero cumplo lo que un día me prometí (aunque nunca pensé que por este medio: ¡viva internet!), llevaros el evangelio de Francisco Ibáñez. Portadas sobre todo, ¡eh!, que es mucho curro, pero alguna vez puede que haga cosas como estas (si Ibáñez y Ediciones B están conformes).
Por cierto, no me tengáis en cuenta la cruel broma del evangelio. No son cruces lo que quiero para vosotros, sino risa.
lunes, 7 de julio de 2008
Leo Zelada en 'La senda del dragón'
El exilio del guerrero
El invierno ha esparcido sus últimas escarchas de hielo.
Los guerreros han colgado sus armas de bronce.
Ni el vino, ni la ofrenda de los dioses
pueden aplacar ese exilio.
Las aguas del río Sechuan es la guerra
donde van a morir los señores del hierro.
El invierno ha esparcido sus últimas escarchas de hielo.
Los guerreros han colgado sus armas de bronce.
Ni el vino, ni la ofrenda de los dioses
pueden aplacar ese exilio.
Las aguas del río Sechuan es la guerra
donde van a morir los señores del hierro.
Leo Zelada en 'La senda del dragón'
sábado, 5 de julio de 2008
Presentación de 'Nuevo Documento de Texto', de Rafel Sarmentero
Hola!
Te escribo para invitarte a la presentación de mi libro "Nuevo Documento de Texto".
Tendrá lugar este sábado, 5 de Julio, a las 20:30 horas.
Será en el Bukowski Club (C/San Vicente Ferrer, 25, metro Tribunal; Madrid).
ES IMPRESCINDIBLE TU ASISTENCIA*.
* Este es un mensaje estándar idéntico para todos los asistentes. No esperes, por tanto, ningún guiño personal aquí.
Un abrazo.
Rafael Sarmentero,
poeta y caballero.
viernes, 4 de julio de 2008
Presentación de "Parque de destrucciones", de Rodrigo Galarza
Entre tanto desbarajuste, entre el caos de tantas voces sin voz, tan lejos de una identidad, Rodrigo Galarza acaba de editar en Amargord (en otra colección que no es la que él revisa), "Parque de destrucciones".
Rodrigo tiene voz, y escucharle sus versos puede ser un placer. Su poesía oída se sigue bien, y el desbordamiento de imágenes que se producen en este libro (le he oído algo en una ocasión) nos permite anclarnos a su discurso y evadirnos a nuestro universo.
Si en este blog buscas por la etiqueta Diversos, encontrarás poemas de Rodrigo Galarza.
Presentación: viernes 4 de Julio, 21:30 horas, Bukowski Club (C/San Vicente Ferrer, 25).
Disfruta.
Rodrigo tiene voz, y escucharle sus versos puede ser un placer. Su poesía oída se sigue bien, y el desbordamiento de imágenes que se producen en este libro (le he oído algo en una ocasión) nos permite anclarnos a su discurso y evadirnos a nuestro universo.
Si en este blog buscas por la etiqueta Diversos, encontrarás poemas de Rodrigo Galarza.
Presentación: viernes 4 de Julio, 21:30 horas, Bukowski Club (C/San Vicente Ferrer, 25).
Disfruta.
jueves, 3 de julio de 2008
Aprendiz de poeta con Juan Ramón Jiménez
NADA
A tu abandono opongo la elevada
torre de mi divino pensamiento;
subido a ella, el corazón sangriento
verá la mar, por él empurpurada.
Fabricaré en mi sombra la alborada,
mi lira guardaré del vano viento,
buscaré en mis entrañas mi sustento...
Mas ¡ay! ¿y si esta paz no fuera nada?
¡Nada, sí, nada, nada!... —O que cayera
mi corazón al agua, y de este modo
fuese el mundo un castillo hueco y frío...
Que tú eres tú, la humana primavera,
la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!,
…¡y soy yo sólo el pensamiento mío!
Juan Ramón Jiménez,
padre de la Generación del 27
A tu abandono opongo la elevada
torre de mi divino pensamiento;
subido a ella, el corazón sangriento
verá la mar, por él empurpurada.
Fabricaré en mi sombra la alborada,
mi lira guardaré del vano viento,
buscaré en mis entrañas mi sustento...
Mas ¡ay! ¿y si esta paz no fuera nada?
¡Nada, sí, nada, nada!... —O que cayera
mi corazón al agua, y de este modo
fuese el mundo un castillo hueco y frío...
Que tú eres tú, la humana primavera,
la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!,
…¡y soy yo sólo el pensamiento mío!
Juan Ramón Jiménez,
padre de la Generación del 27
miércoles, 2 de julio de 2008
Aprendiz de poeta con Rosario Castellanos
¿Estás ahí? ¿No estás? No importa, igual hablaré aunque nadie me oiga. El primero al que quiero dirigirme soy yo mismo, y ése, cuando escribo, suele estar presente.
Esto va sobre Rosario, Rosario Castellanos. En mi primer mi otro país, México, a Rosario Castellanos nadie le discute su autoridad, creo. Desde luego, el grueso de su obra está editado en el Fondo de Cultura Económica, recogida en un volumen que se llama ‘Poesía no eres tú’.
Su primer libro de poemas, ‘Trayectoria del polvo’ (no ocultaré que de aquí viene mi título original ‘Trayectoria estéril del tiempo’, hoy ‘Trayectoria del tiempo’ y aún en la forja), lo escribió en apenas una semana como reacción a la lectura en 1948 de ‘Muerte sin fin’ de José Gorostiza.
En unos buenos apuntes de poesía para un aprendiz de poeta, el que yo quiero ser, claro que el 27, y poco más después en la literatura escrita en la Madre Patria. Si no lo consideras así, perdona mi ignorancia y a otra cosa. Pero también en nuestras letras y en nuestra tradición, hemos de ir por ejemplo a México. En 1948 comienza Chayito, como la llama Jaime Sabines en su ‘Recado a Rosario Castellanos’, su obra literaria. Ya la verás, te la iré mostrando. En esto que comienzo también pretendo ser constante, así suele ser, aunque veremos. Lo que me gustaría que pensaras, Jesús, y a ver qué descubres, es en Chayito y Gorostiza, el 27 español, y qué carajo está pasando en la literatura española en esos años. ¿Te atreverás a concluir que la tradición española, después del 27, no continua en la península, sino en el exilio, en México, por ejemplo, y que es allí donde se da lo más granado de nuestra poesía después de Guillén, Lorca y su banda?¡Ay, Jesús, vaya senda peligrosa! Por inconsciente será que no pareces cobarde. ¿Cuánto habrá de verdad entre tanta chorrada?
Por cierto, ‘Dejemos que los muertos entierren a sus muertos’, escribe Rosario en su extenso (por eso no lo publicaré, aunque muchas veces bebo y beberé él) ‘Apuntes para una declaración de fe’. ¿Dónde utiliza este verso José Manuel Caballero Bonald? José Manuel, si es usted mismo quien me lee, o alguien que le trate que le lleve el mensaje, por favor, sea tan amable de dedicar unas líneas a decir sobre Rosario Castellanos, que me da que la conoce y que la quiere. Sería un privilegio recibir su palabra y colgarla en mi blog. Por otra parte, para lo que usted quiera, por supuesto..
Pues eso, Jesús, amigo mío, ponte a los versos.¡Qué verano me espera! ¡Viva el subsidio de desempleo! Y que no nos lo toquen, como la rosa.
Muy pronto aquí, en 'Poesía Abierta'.
(¡Qué viene, qué viene!Tsu,tsu.¡Qué viene, qué viene!)
Esto va sobre Rosario, Rosario Castellanos. En mi primer mi otro país, México, a Rosario Castellanos nadie le discute su autoridad, creo. Desde luego, el grueso de su obra está editado en el Fondo de Cultura Económica, recogida en un volumen que se llama ‘Poesía no eres tú’.
Su primer libro de poemas, ‘Trayectoria del polvo’ (no ocultaré que de aquí viene mi título original ‘Trayectoria estéril del tiempo’, hoy ‘Trayectoria del tiempo’ y aún en la forja), lo escribió en apenas una semana como reacción a la lectura en 1948 de ‘Muerte sin fin’ de José Gorostiza.
En unos buenos apuntes de poesía para un aprendiz de poeta, el que yo quiero ser, claro que el 27, y poco más después en la literatura escrita en la Madre Patria. Si no lo consideras así, perdona mi ignorancia y a otra cosa. Pero también en nuestras letras y en nuestra tradición, hemos de ir por ejemplo a México. En 1948 comienza Chayito, como la llama Jaime Sabines en su ‘Recado a Rosario Castellanos’, su obra literaria. Ya la verás, te la iré mostrando. En esto que comienzo también pretendo ser constante, así suele ser, aunque veremos. Lo que me gustaría que pensaras, Jesús, y a ver qué descubres, es en Chayito y Gorostiza, el 27 español, y qué carajo está pasando en la literatura española en esos años. ¿Te atreverás a concluir que la tradición española, después del 27, no continua en la península, sino en el exilio, en México, por ejemplo, y que es allí donde se da lo más granado de nuestra poesía después de Guillén, Lorca y su banda?¡Ay, Jesús, vaya senda peligrosa! Por inconsciente será que no pareces cobarde. ¿Cuánto habrá de verdad entre tanta chorrada?
Por cierto, ‘Dejemos que los muertos entierren a sus muertos’, escribe Rosario en su extenso (por eso no lo publicaré, aunque muchas veces bebo y beberé él) ‘Apuntes para una declaración de fe’. ¿Dónde utiliza este verso José Manuel Caballero Bonald? José Manuel, si es usted mismo quien me lee, o alguien que le trate que le lleve el mensaje, por favor, sea tan amable de dedicar unas líneas a decir sobre Rosario Castellanos, que me da que la conoce y que la quiere. Sería un privilegio recibir su palabra y colgarla en mi blog. Por otra parte, para lo que usted quiera, por supuesto..
Pues eso, Jesús, amigo mío, ponte a los versos.¡Qué verano me espera! ¡Viva el subsidio de desempleo! Y que no nos lo toquen, como la rosa.
Muy pronto aquí, en 'Poesía Abierta'.
(¡Qué viene, qué viene!Tsu,tsu.¡Qué viene, qué viene!)
'Trayectoria del polvo', de Rosario Castellanos
'Trayectoria del polvo', de Rosario Castellanos. En papel, puedes encontrarlo en el Fondo de Cultura Económica.
I
Me desgajé del sol (era la entraña
perpetua de la vida)
y me quedé lo mismo que la nube
suspensa en el vacío.
Como la llama lejos de la brasa,
como cuando se rompe un continente
y se derraman islas innumerables
sobre la superficie renovada del mar
que gime bajo el nombre de archipiélago.
Como el alud que expulsa la montaña
sacudida de rafagas y voces.
Rodé como el alud, como la piedra
sonámbula de abismos
resbalando por meses y meses en la sombra
del universo opaco que gira en los elipses
trazados en el vientre de espiga de la madre.
Era entonces muy menos
que un río desenvolviéndose
y una flecha montada sobre el arco
pero ya los anuncios de mi sangre
caminaban sin tregua para alcanzar al tiempo
y el vagido inconcreto ya clamaba
por ocupar el viento.
Nací en la hora misma en que nació el pecado
y como él, fui llamada soledad.
Gemelo es nuestro signo y no hay aguas lustrales
capaces de borrar lo que marcaron
los hierros encendidos en mi frente.
Pero mi frente entonces se combaba
huérfana de miradas y reflejos.
Y así me alcé feliz como el que ignora
su inevitable cárcel de ceniza
y cuando yo decía la tierra, era la tierra
desnuda de metáforas, infancia
recién inaugurada.
Y no dudé jamás de que al nombrarla
me nombraba a mí misma
y a mi propia sustancia.
Yo no podia aún amar los pájaros
porque cantaban presos y ciegos en mis venas
y porque atravesaban el espacio
contenido debajo de mis párpados.
Yo no sabía quien se levantaba
imantado de estrellas polares hacia el cielo
ni en quién multiplicaban las yemas su promesa
si en el árbol compacto o en mi cuerpo.
Era el tiempo en que Dios estrenaba los verbos
y hacía, como jugando,
figurillas de barro con las manos:
atmósferas azules y planetas
no lesionados por la geografía,
muñecos intangibles para el sueño
que hiende como espada, separando
en varón y mujer las costillas unánimes.
Era el alba sin sexo.
La edad de la inocencia y del misterio.
II
La adolescencia es alta como el junco.
Su perfil se adelgaza
para ser digno de tocar el aire.
Y es un ebrio cristal que intenta transparencias
y es un florecirmiento inagotable
de límites geométricos
que dibujan las puntas trémulas de los dedos.
La adolescencia es tensa como el junco.
Su perfil se agudiza
para poder acuchillar el aire.
Es una vocación de búsqueda incesante
hacia la luz más íntima
que se le esquiva siempre como en un laberinto.
El ansia equivocada
que persigue tenaz al espejismo
y el oido engañado por el eco.
Es la dura tarea del que busca,
la dicha sobrehumana del encuentro.
La adolescencia es verde como el junco
y su perfil se tiñe
de todos los colores con que la invita el aire.
La gracia amaneciendo sobre el mundo,
el gozo sin motivo de carne que se palpa
olorosa y reciente.
La alegría de músculos elásticos,
la embriaguez de la sangre
galopando en canciones sobre el tiempo.
La adolescencia es plena de latencias ocultas
y raíz laboriosa como el junco.
III
Recuerdo: caminaba por largos corredores
desbordantes de palmas y de espejos.
Yo, sedienta de mí, me detenía en estatuas
duplicando el instante fugitivo en cristales
y luego reiniciaba mi marcha de Narciso
ya entonces como alada
liberación de imagen entre imágenes.
Novedad de mi cuerpo
que se hallaba a sí mismo en cada cosa
y para poseerse se entregaba
a la solicitud del universo.
Juventud de la luz que nimbaba la tierra
y que brotaba acaso con mis ojos.
Yo estaba circundada por rondas de palabras.
Subían como el humo en el espacio,
diluían su masa, se perdían.
Sólo quedaba —espesa corno leche bañándome—
la que anudaba origen y destino:
mujer, voz radical que hipnotizaba
en la garganta de Eva y en toda sucesiva
docilidad de miel para los besos.
Mi esencia se vertía exaltada en la órbita
concéntrica y total de la palabra
y era la musical delicia de la gota
incorporando al mar de canto sin fronteras
su mínimo sonido de caracol vibrando.
IV
La fiesta cosquillea en los talones.
Vamos todos a ella cantando y sonriendo.
Vamos todos a ella cogidos de la mano
como quien sale al campo a cosechar claveles.
La ciudad se ha vestido lo mismo que una novia.
Mirad: en cada puerta se ostenta una guirnalda,
de par en par se rinden las ventanas
colmándose del día y su deleite.
La sombra juega al escondite por los patios
escapando del rayo de sol que la persigue.
Venimos a la fiesta cantando y sonriendo,
danzando el pie descalzo sobre céspedes finos.
¿Quién eres tú que traes antifaz de belleza
y te ciñes en túnicas de ritmo y de armonía?
¿El mensaje cifrado de algún ángel
en la pluma del ave
o en el vuelo preñado de la abeja?
¿Eres la Anunciación? —Me llaman Viento,
soy el vehículo de las canciones
y también de las hojas marchitas en otoño.
Mi destino es girar perpetuamente
y no sé responder.
¿Quien eres tú de rostro tremendo y emigmático?
Paralizas los ojos de quienes te contemplan
de estupor y de miedo.
¿Escondes el misterio de un dios o eres su cólera
que se desencadena al infinito?
—Mi nombre es Mar, mi movimiento es ola
que recomienza siempre.
Nunca salgo de mí. Soy el esclavo
irredimible de mi propia fuerza.
¿Y tú que así te adornas con el iris
y te recorren escalofríos de cascabeles?
Yo quisiera abrazarte pero ignoro quién eres.
—Soy quien pintarrajea la verdad
para volverla amable
y hace que hasta los ídolos se paren de cabeza.
Los niños me bautizan mariposa
y organizan cacerías para prenderme
y cuando creen haberlo conseguido
tienen entre sus dedos
sólo el polen dorado de mis alas.
Algunos hombres dicen que me desprecian
y para denigrarme agrupan letras:
R-i-s-a, B-u-r-l-a, I-r-o-n-í-a.
Pero se arrastran hasta mí en tinieblas
y les doy la mentira de mí misma.
Los viejos me olvidaron y ya no me conocen.
Tú, adivina quién soy, corre y alcánzame.
Adiós, adiós,
cantarito de arroz.
Allá, bajo los mirtos, ¿quién es el que reposa?
Las vides se exprimieron en sus mejillas.
De sus cabellos se desprende un hálito
de flores maceradas y lámparas ardiendo.
Tiene la piel jocunda de la manzana,
la breve plenitud del mediodía
y el zumbador encanto de la siesta.
—Su símbolo es eterno: pezuña y caramillo.
En las florestas griegas
se lanzó tras la ninfa destrenzada.
Lo aprisionaron mitos y tabernáculos
y es un demonio cuyo nombre nadie
se atreve a pronunciar porque no quiere
despertarlo en el fondo de sí mismo.
Igual que Sansón enloquecido
derriba las columnas que sostienen los templos.
Su nombre es el rubor de las doncellas
y el martillo en las sienes del mancebo.
¿Y tú que sin cesar cambias de signo,
que te ocultas y asomas,
te velas y revelas en las formas?
¿Eres Proteo? Debes ser divino
para infiltrarte así entre todas las cosas.
—Mírame bien ¿y no me reconoces?
Sin embargo te he sido tan fiel como un espejo
y tan irrenunciable corno tu propia sombra.
—Es cierto, yo te vi mil veces antes.
Ahora identifico esas cejas, los dientes,
los hombros y la espalda
tajando en dos mitades infinitas
lo mismo que una lápida.
Eres como nosotros. Anda, ven y bailemos.
¡Alegría!¡Alegría!
¡La ciudad se desposa con la noche!
V
¿Qué reptil se afilaba entre la brisa?
¿Quá zumo destilaba la amapola
que el vino se hizo un día de hiel entre mis labios?
¿Cómo fueron mis células ahondándose
para ceder un sitio decoroso a la angustia?
¿Cómo creció esta fiebre de hormigas en mis pulsos?
¿Cómo el recto camino fue curvándose
hasta ser un dedálico recinto?
¿Cómo fue Dios quedándose sordo y mudo y ausente,
irremediablemente atrás como la aurora?
¿Cómo a cualquier extremo al que volviera el rostro
me devolvía el suyo —absoluto— la nada?
El cielo de tan pobre se encontraba desierto
y al principio y al fin del horizonte
se extendía el dominio del silencio.
VI
Aquí me quedaré llorando como el fruto
derribado a pedradas
de la copa del árbol y su sustento.
Ya nunca podré amar ni aun en el sueño
porque una voz insobornable grita
y su grito vacía mis entrañas:
“¡El amor es también polvo y cenizal”
VII
He aquí que la muerte tarda corno el olvido.
Nos va invadiendo lenta, poro a poro.
Es inútil correr, precipitarse,
huir hasta inventar nuevos caminos
y también es inútil estar quieto
sin palpitar siquiera para que no nos oiga.
Cada minuto es la saeta en vano
disparada hacia ella,
efizcaz al volver contra nosotros.
Inútil aturdirse y convocar a fiesta
pues cuando regresamos, inevitablemente,
alta la noche, al entreabrir la puerta
la encontramos inmóvil esperándonos.
Y no podemos escapar viviendo
porque la Vida es una de sus máscaras.
Y nada nos protege de su furia
ni la humildad sumisa hacia su látigo
ni la entrega violenta
al círculo cerrado de sus brazos.
VIII
Padres:
ya no desparraméis blasfemias en la tierra.
No os dejéis embaucar por la embustera
que exalta vuestros vientres
para depositarles su semilla de espanto.
Cuando os llame fecundos, arrojadle
su mentira a la cara.
Si os consagra inmortales os escarnece.
Sabed que la esperanza nos traiciona
Y que es la compañera de la muerte.
Sabed que ambas —muerte y esperanza—
crecen corno el parásito
alimentado en nuestro propio cuerpo.
IX
Pero ¿no hemos de amarlas
cuando así las nutrimos con nuestra sangre?
Reverenciad su patrimonio único.
Contemplad como las madura el tiempo.
Alternativamente
una se ensancha y otra palidece.
X
Hoy es en mí la muerte muy pequeña
y grande la esperanza.
Ha soportado climas estériles y rudos,
ha atravesado nieblas y luces dolorosas
y ha desafiado al viento.
Ahora sabe que su ser es isla.
Para emerger acendra primero sus cimientos
y se ubica después sobre la espuma
disputando su patria palmo a palmo.
No ignora que el vacío la rodea
y siente la amenaza del gusano.
Pero edifica muros de arena, defendiéndose.
Tenaz e infatigable
elabora y destruye sus pompas de jabón
y es la aniquiladora y creadora de un cosmos
transfigurado y líquido.
Trabaja con la llama.
¡Cuántas formas modela, cuántas formas
duermen almacenadas en su seno!
Les dice un día fantasmas y otro les dice juego
pero el nombre secreto en el que se refugia
como en la magia o en el sortilegio,
ese nombre es el nombre impalpable de Poesía.
No perturbéis la rosa con palabras impuras,
no violéis su perfume ni con el pensamiento.
Es la hora perfecta
en que la rama en el altar florece.
Permitid que florezca.
Es la última pasión, la última hoguera
crepitando en la nieve.
Dejadla que respire.
En sus escombros pacerá la muerte.
I
Me desgajé del sol (era la entraña
perpetua de la vida)
y me quedé lo mismo que la nube
suspensa en el vacío.
Como la llama lejos de la brasa,
como cuando se rompe un continente
y se derraman islas innumerables
sobre la superficie renovada del mar
que gime bajo el nombre de archipiélago.
Como el alud que expulsa la montaña
sacudida de rafagas y voces.
Rodé como el alud, como la piedra
sonámbula de abismos
resbalando por meses y meses en la sombra
del universo opaco que gira en los elipses
trazados en el vientre de espiga de la madre.
Era entonces muy menos
que un río desenvolviéndose
y una flecha montada sobre el arco
pero ya los anuncios de mi sangre
caminaban sin tregua para alcanzar al tiempo
y el vagido inconcreto ya clamaba
por ocupar el viento.
Nací en la hora misma en que nació el pecado
y como él, fui llamada soledad.
Gemelo es nuestro signo y no hay aguas lustrales
capaces de borrar lo que marcaron
los hierros encendidos en mi frente.
Pero mi frente entonces se combaba
huérfana de miradas y reflejos.
Y así me alcé feliz como el que ignora
su inevitable cárcel de ceniza
y cuando yo decía la tierra, era la tierra
desnuda de metáforas, infancia
recién inaugurada.
Y no dudé jamás de que al nombrarla
me nombraba a mí misma
y a mi propia sustancia.
Yo no podia aún amar los pájaros
porque cantaban presos y ciegos en mis venas
y porque atravesaban el espacio
contenido debajo de mis párpados.
Yo no sabía quien se levantaba
imantado de estrellas polares hacia el cielo
ni en quién multiplicaban las yemas su promesa
si en el árbol compacto o en mi cuerpo.
Era el tiempo en que Dios estrenaba los verbos
y hacía, como jugando,
figurillas de barro con las manos:
atmósferas azules y planetas
no lesionados por la geografía,
muñecos intangibles para el sueño
que hiende como espada, separando
en varón y mujer las costillas unánimes.
Era el alba sin sexo.
La edad de la inocencia y del misterio.
II
La adolescencia es alta como el junco.
Su perfil se adelgaza
para ser digno de tocar el aire.
Y es un ebrio cristal que intenta transparencias
y es un florecirmiento inagotable
de límites geométricos
que dibujan las puntas trémulas de los dedos.
La adolescencia es tensa como el junco.
Su perfil se agudiza
para poder acuchillar el aire.
Es una vocación de búsqueda incesante
hacia la luz más íntima
que se le esquiva siempre como en un laberinto.
El ansia equivocada
que persigue tenaz al espejismo
y el oido engañado por el eco.
Es la dura tarea del que busca,
la dicha sobrehumana del encuentro.
La adolescencia es verde como el junco
y su perfil se tiñe
de todos los colores con que la invita el aire.
La gracia amaneciendo sobre el mundo,
el gozo sin motivo de carne que se palpa
olorosa y reciente.
La alegría de músculos elásticos,
la embriaguez de la sangre
galopando en canciones sobre el tiempo.
La adolescencia es plena de latencias ocultas
y raíz laboriosa como el junco.
III
Recuerdo: caminaba por largos corredores
desbordantes de palmas y de espejos.
Yo, sedienta de mí, me detenía en estatuas
duplicando el instante fugitivo en cristales
y luego reiniciaba mi marcha de Narciso
ya entonces como alada
liberación de imagen entre imágenes.
Novedad de mi cuerpo
que se hallaba a sí mismo en cada cosa
y para poseerse se entregaba
a la solicitud del universo.
Juventud de la luz que nimbaba la tierra
y que brotaba acaso con mis ojos.
Yo estaba circundada por rondas de palabras.
Subían como el humo en el espacio,
diluían su masa, se perdían.
Sólo quedaba —espesa corno leche bañándome—
la que anudaba origen y destino:
mujer, voz radical que hipnotizaba
en la garganta de Eva y en toda sucesiva
docilidad de miel para los besos.
Mi esencia se vertía exaltada en la órbita
concéntrica y total de la palabra
y era la musical delicia de la gota
incorporando al mar de canto sin fronteras
su mínimo sonido de caracol vibrando.
IV
La fiesta cosquillea en los talones.
Vamos todos a ella cantando y sonriendo.
Vamos todos a ella cogidos de la mano
como quien sale al campo a cosechar claveles.
La ciudad se ha vestido lo mismo que una novia.
Mirad: en cada puerta se ostenta una guirnalda,
de par en par se rinden las ventanas
colmándose del día y su deleite.
La sombra juega al escondite por los patios
escapando del rayo de sol que la persigue.
Venimos a la fiesta cantando y sonriendo,
danzando el pie descalzo sobre céspedes finos.
¿Quién eres tú que traes antifaz de belleza
y te ciñes en túnicas de ritmo y de armonía?
¿El mensaje cifrado de algún ángel
en la pluma del ave
o en el vuelo preñado de la abeja?
¿Eres la Anunciación? —Me llaman Viento,
soy el vehículo de las canciones
y también de las hojas marchitas en otoño.
Mi destino es girar perpetuamente
y no sé responder.
¿Quien eres tú de rostro tremendo y emigmático?
Paralizas los ojos de quienes te contemplan
de estupor y de miedo.
¿Escondes el misterio de un dios o eres su cólera
que se desencadena al infinito?
—Mi nombre es Mar, mi movimiento es ola
que recomienza siempre.
Nunca salgo de mí. Soy el esclavo
irredimible de mi propia fuerza.
¿Y tú que así te adornas con el iris
y te recorren escalofríos de cascabeles?
Yo quisiera abrazarte pero ignoro quién eres.
—Soy quien pintarrajea la verdad
para volverla amable
y hace que hasta los ídolos se paren de cabeza.
Los niños me bautizan mariposa
y organizan cacerías para prenderme
y cuando creen haberlo conseguido
tienen entre sus dedos
sólo el polen dorado de mis alas.
Algunos hombres dicen que me desprecian
y para denigrarme agrupan letras:
R-i-s-a, B-u-r-l-a, I-r-o-n-í-a.
Pero se arrastran hasta mí en tinieblas
y les doy la mentira de mí misma.
Los viejos me olvidaron y ya no me conocen.
Tú, adivina quién soy, corre y alcánzame.
Adiós, adiós,
cantarito de arroz.
Allá, bajo los mirtos, ¿quién es el que reposa?
Las vides se exprimieron en sus mejillas.
De sus cabellos se desprende un hálito
de flores maceradas y lámparas ardiendo.
Tiene la piel jocunda de la manzana,
la breve plenitud del mediodía
y el zumbador encanto de la siesta.
—Su símbolo es eterno: pezuña y caramillo.
En las florestas griegas
se lanzó tras la ninfa destrenzada.
Lo aprisionaron mitos y tabernáculos
y es un demonio cuyo nombre nadie
se atreve a pronunciar porque no quiere
despertarlo en el fondo de sí mismo.
Igual que Sansón enloquecido
derriba las columnas que sostienen los templos.
Su nombre es el rubor de las doncellas
y el martillo en las sienes del mancebo.
¿Y tú que sin cesar cambias de signo,
que te ocultas y asomas,
te velas y revelas en las formas?
¿Eres Proteo? Debes ser divino
para infiltrarte así entre todas las cosas.
—Mírame bien ¿y no me reconoces?
Sin embargo te he sido tan fiel como un espejo
y tan irrenunciable corno tu propia sombra.
—Es cierto, yo te vi mil veces antes.
Ahora identifico esas cejas, los dientes,
los hombros y la espalda
tajando en dos mitades infinitas
lo mismo que una lápida.
Eres como nosotros. Anda, ven y bailemos.
¡Alegría!¡Alegría!
¡La ciudad se desposa con la noche!
V
¿Qué reptil se afilaba entre la brisa?
¿Quá zumo destilaba la amapola
que el vino se hizo un día de hiel entre mis labios?
¿Cómo fueron mis células ahondándose
para ceder un sitio decoroso a la angustia?
¿Cómo creció esta fiebre de hormigas en mis pulsos?
¿Cómo el recto camino fue curvándose
hasta ser un dedálico recinto?
¿Cómo fue Dios quedándose sordo y mudo y ausente,
irremediablemente atrás como la aurora?
¿Cómo a cualquier extremo al que volviera el rostro
me devolvía el suyo —absoluto— la nada?
El cielo de tan pobre se encontraba desierto
y al principio y al fin del horizonte
se extendía el dominio del silencio.
VI
Aquí me quedaré llorando como el fruto
derribado a pedradas
de la copa del árbol y su sustento.
Ya nunca podré amar ni aun en el sueño
porque una voz insobornable grita
y su grito vacía mis entrañas:
“¡El amor es también polvo y cenizal”
VII
He aquí que la muerte tarda corno el olvido.
Nos va invadiendo lenta, poro a poro.
Es inútil correr, precipitarse,
huir hasta inventar nuevos caminos
y también es inútil estar quieto
sin palpitar siquiera para que no nos oiga.
Cada minuto es la saeta en vano
disparada hacia ella,
efizcaz al volver contra nosotros.
Inútil aturdirse y convocar a fiesta
pues cuando regresamos, inevitablemente,
alta la noche, al entreabrir la puerta
la encontramos inmóvil esperándonos.
Y no podemos escapar viviendo
porque la Vida es una de sus máscaras.
Y nada nos protege de su furia
ni la humildad sumisa hacia su látigo
ni la entrega violenta
al círculo cerrado de sus brazos.
VIII
Padres:
ya no desparraméis blasfemias en la tierra.
No os dejéis embaucar por la embustera
que exalta vuestros vientres
para depositarles su semilla de espanto.
Cuando os llame fecundos, arrojadle
su mentira a la cara.
Si os consagra inmortales os escarnece.
Sabed que la esperanza nos traiciona
Y que es la compañera de la muerte.
Sabed que ambas —muerte y esperanza—
crecen corno el parásito
alimentado en nuestro propio cuerpo.
IX
Pero ¿no hemos de amarlas
cuando así las nutrimos con nuestra sangre?
Reverenciad su patrimonio único.
Contemplad como las madura el tiempo.
Alternativamente
una se ensancha y otra palidece.
X
Hoy es en mí la muerte muy pequeña
y grande la esperanza.
Ha soportado climas estériles y rudos,
ha atravesado nieblas y luces dolorosas
y ha desafiado al viento.
Ahora sabe que su ser es isla.
Para emerger acendra primero sus cimientos
y se ubica después sobre la espuma
disputando su patria palmo a palmo.
No ignora que el vacío la rodea
y siente la amenaza del gusano.
Pero edifica muros de arena, defendiéndose.
Tenaz e infatigable
elabora y destruye sus pompas de jabón
y es la aniquiladora y creadora de un cosmos
transfigurado y líquido.
Trabaja con la llama.
¡Cuántas formas modela, cuántas formas
duermen almacenadas en su seno!
Les dice un día fantasmas y otro les dice juego
pero el nombre secreto en el que se refugia
como en la magia o en el sortilegio,
ese nombre es el nombre impalpable de Poesía.
No perturbéis la rosa con palabras impuras,
no violéis su perfume ni con el pensamiento.
Es la hora perfecta
en que la rama en el altar florece.
Permitid que florezca.
Es la última pasión, la última hoguera
crepitando en la nieve.
Dejadla que respire.
En sus escombros pacerá la muerte.
martes, 1 de julio de 2008
Los dos últimos actos de la Temporada en el Ateneo...
...organizados por la Sección de Literatura Viento del Pueblo del Ateneo de Madrid en colaboración con otras Secciones de la Unidad Ateneísta.
Martes 1 de julio. Sala de Conferencias (1a Planta), 19:30 horas: Presentación del libro de poemas 'Las despedidas', de José Luis de la Vega. Presentan Ángel Guinda y José Cereijo.
Miércoles 2 de julio. Gran Salón de Actos y a partir de las 18:00 horas: Día de las Letras asturianas y IV Festival de Cine asturiano. Coordina Xavi Vilareyo, y esperamos contar con la presencia de Lola Herrera y Gonzalo Suárez.
(Más información de ambos actos en los archivos adjuntos)
Entrada libre.
Ateneo de Madrid. Metro Antón Martín.
Martes 1 de julio. Sala de Conferencias (1a Planta), 19:30 horas: Presentación del libro de poemas 'Las despedidas', de José Luis de la Vega. Presentan Ángel Guinda y José Cereijo.
Miércoles 2 de julio. Gran Salón de Actos y a partir de las 18:00 horas: Día de las Letras asturianas y IV Festival de Cine asturiano. Coordina Xavi Vilareyo, y esperamos contar con la presencia de Lola Herrera y Gonzalo Suárez.
(Más información de ambos actos en los archivos adjuntos)
Entrada libre.
Ateneo de Madrid. Metro Antón Martín.
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