Entrevistamos a Jesús Malia con motivo de la reciente publicación de su segundo poemario, "Deriva" (Tigres de papel, 2015)
Jesús Malia es un poeta total. Me explico. Según
Gaston Bachelard, existen cuatro tipos de imaginaciones materiales: así,
hay poetas de la tierra, poetas del fuego, poetas del agua y poetas del
aire. Por lo general, un elemento domina a los otros. Pocos poetas son
capaces de reunir en su imaginario aire, tierra, fuego y agua con
equilibrio de fuerzas. Y sólo unos pocos son capaces de encontrar la
profundidad en la altura y de dotar de movimiento a las imágenes que
convocan. Jesús Malia es uno de esos pocos: un poeta total.
En Deriva,
Malia convoca a la piedra y al árbol, a la hoja caída en el río que
navega, como no, a la deriva; convoca a la luz y a las sombras, al
viento y las montañas nómadas de hielo. Nombra las cosas por su nombre,
su viejo nombre. Profundamente imbuidos de filosofía oriental, sus
poemas exigen ser leídos en voz alta, susurrando; uno los siente resonar
ahí dentro antes que le dé tiempo de pensarlos: Peregrina feliz,/el camino/es la meta.
Nuestras
respectivas derivas nos impiden reunirnos para hablar de su poesía
antes de la presentación de su libro en Madrid, por lo que recurrimos a
la red para intercambiarnos estas preguntas y respuestas.
Noemí Pájaro: Deriva está dividido en cuatro secciones: Camino junto a Basho, Montaña a la deriva, Camino en soledad y Declaración patrimonial de bienes usurpados.
Esta última complementa sobre todo a la primera. Háblanos un poco de
cómo surgieron una y otra: ¿fue primero la teoría o la práctica, la
escritura de los haikus o del ensayo sobre el haiku?