PRESENCIA
Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido
mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba.
Esto que uní alrededor de un ansia,
de un dolor, de un recuerdo,
desertará buscando el agua, la hoja,
la espora original y aun lo inerte y la piedra.
Este nudo que fui (inextricable
de cólera, traiciones, esperanzas,
vislumbres repentinos, abandonos,
hambres, gritos de miedo y desamparo
y alegría fulgiendo en las tinieblas
y palabras y amor y amor y amores)
lo cortarán los años.
Nadie verá la destrucción. Ninguno
recogerá la página inconclusa.
Entre el puñado de actos
dispersos, aventados al azar, no habrá uno
al que pongan aparte como a perla preciosa.
Y sin embargo, hermano, amante, hijo,
amigo, antepasado,
no hay soledad, no hay muerte
aunque yo olvide y aunque yo me acabe.
Hombre, donde tú estás, donde tú vives
permanecemos todos.
¡Actualidad! Tan fugaz/ En su cogollo y su miga,/ Regala a mi lentitud/ El sumo sabor a vida. Jorge Guillén
viernes, 28 de junio de 2013
jueves, 27 de junio de 2013
miércoles, 26 de junio de 2013
martes, 25 de junio de 2013
viernes, 21 de junio de 2013
"El pobre" y "Los distraídos", poemas de Rosario Castellanos en su poemario "Lívida luz"
EL POBRE
Me ve como desde un siglo remoto,
como desde un estrato geológico distinto.
Del idioma que algunos atesoran
le dieron de limosna una palabra
para pedir su pan y otra para dar gracias.
Ninguna para el diálogo.
El domador, con látigo y revólveres,
le enseña a hacer piruetas divertidas,
pero no a erguirse, no a romper la jaula,
y lo premia con una palmada sobre el lomo.
Aunque son tantos (nunca se acabarán, prometen
las profecías) cada uno
cree que es el último sobreviviente
-después de la catástrofe- de una especie extinguida.
Allí está; receptáculo
de la curiosidad incrédula, del odio,
del llanto compasivo, del temor.
Como una luz nos hace
cerrar violentamente los ojos y volvernos
hacia lo que se puede comprender.
Nadie, aunque algunos juren en el templo, en la esquina,
desde la silla del poder o sobre
el estrado del juez, nadie es igual
al pobre ni es hermano de los pobres.
Hay distancia. hay la misma extrañeza interrogante
que ante lo mineral. Hay la inquietud
que suscita un axioma falso. Hay
la alarma, y aun la risa,
de cuando contemplamos
nuestra caricatura, nuestro ayer en un simio.
Y hay algo más. El puño se nos cierra
para oprimir; y el alma
para rechazar lejos al intruso.
¡Qué náusea repentina
(su figura, mi horror)
por lo que debería ser un hombre y no es!
LOS DISTRAÍDOS
Algunos lo ignoraban.
Creían que la tierra era aún habitable.
No miraron la grieta
que el sismo abrió; no estaban cuando el cáncer
aparecía en el rostro espantado de un hombre.
Rieron en el instante
en que una manzana, en vez de caer,
voló y el universo fue declarado loco.
No presenciaron la degollación
del inocente. Nunca distinguieron
a un inocente del que no lo es.
(Por otra parte habían aprobado,
desde el principio, la pena de muerte.)
Continuaron llegando a los lugares,
exigiendo una silla más cómoda, un menú
más exquisito, un trato más correcto.
¡Querido, si te sirven sin gratitud, castígalos!
Y en los muros había un desorden peculiar
y en las mesas no había comida sino odio
y odio en el vino y odio en el mantel
y odio hasta en la madera y en los clavos.
Entre sí cuchicheaban los distraídos:
¿qué es lo que sucede? ¡Hay que quejarse!
Nadie escuchaba. Nadie podía detenerse.
Era el tiempo de las emigraciones.
Todo ardía: ciudades, bosques enteros, nubes.
Me ve como desde un siglo remoto,
como desde un estrato geológico distinto.
Del idioma que algunos atesoran
le dieron de limosna una palabra
para pedir su pan y otra para dar gracias.
Ninguna para el diálogo.
El domador, con látigo y revólveres,
le enseña a hacer piruetas divertidas,
pero no a erguirse, no a romper la jaula,
y lo premia con una palmada sobre el lomo.
Aunque son tantos (nunca se acabarán, prometen
las profecías) cada uno
cree que es el último sobreviviente
-después de la catástrofe- de una especie extinguida.
Allí está; receptáculo
de la curiosidad incrédula, del odio,
del llanto compasivo, del temor.
Como una luz nos hace
cerrar violentamente los ojos y volvernos
hacia lo que se puede comprender.
Nadie, aunque algunos juren en el templo, en la esquina,
desde la silla del poder o sobre
el estrado del juez, nadie es igual
al pobre ni es hermano de los pobres.
Hay distancia. hay la misma extrañeza interrogante
que ante lo mineral. Hay la inquietud
que suscita un axioma falso. Hay
la alarma, y aun la risa,
de cuando contemplamos
nuestra caricatura, nuestro ayer en un simio.
Y hay algo más. El puño se nos cierra
para oprimir; y el alma
para rechazar lejos al intruso.
¡Qué náusea repentina
(su figura, mi horror)
por lo que debería ser un hombre y no es!
LOS DISTRAÍDOS
Algunos lo ignoraban.
Creían que la tierra era aún habitable.
No miraron la grieta
que el sismo abrió; no estaban cuando el cáncer
aparecía en el rostro espantado de un hombre.
Rieron en el instante
en que una manzana, en vez de caer,
voló y el universo fue declarado loco.
No presenciaron la degollación
del inocente. Nunca distinguieron
a un inocente del que no lo es.
(Por otra parte habían aprobado,
desde el principio, la pena de muerte.)
Continuaron llegando a los lugares,
exigiendo una silla más cómoda, un menú
más exquisito, un trato más correcto.
¡Querido, si te sirven sin gratitud, castígalos!
Y en los muros había un desorden peculiar
y en las mesas no había comida sino odio
y odio en el vino y odio en el mantel
y odio hasta en la madera y en los clavos.
Entre sí cuchicheaban los distraídos:
¿qué es lo que sucede? ¡Hay que quejarse!
Nadie escuchaba. Nadie podía detenerse.
Era el tiempo de las emigraciones.
Todo ardía: ciudades, bosques enteros, nubes.
jueves, 20 de junio de 2013
miércoles, 19 de junio de 2013
martes, 18 de junio de 2013
"Contrapunto" de Jaime Siles
CONTRAPUNTO
UNA sierpe de luz redonda ciñe
la piedra al aire,
el temblor al vuelo,
y el ala, breve, minuciosa
suena.
El hueco allí comprime
al pulso y lo pulsado
y son una presencia
tersa, que se agiganta,
en hálito y en soplo,
hasta un cuerpo extinguido
de donde vuelve, en hondas,
todo el murmullo aquel
a ser silencio.
UNA sierpe de luz redonda ciñe
la piedra al aire,
el temblor al vuelo,
y el ala, breve, minuciosa
suena.
El hueco allí comprime
al pulso y lo pulsado
y son una presencia
tersa, que se agiganta,
en hálito y en soplo,
hasta un cuerpo extinguido
de donde vuelve, en hondas,
todo el murmullo aquel
a ser silencio.
viernes, 14 de junio de 2013
"Lo cotidiano", "Nacimiento" y "Lívida luz", poemas de Rosario Castellanos en su poemario "Lívida luz"
LO COTIDIANO
Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
que se atraviesan con jadeo y asfixia;
las paredes sin ojos,
el hueco que resuena
de alguna voz oculta y sin sentido.
Para el amor no hay tregua, amor. La noche
no se vuelve, de pronto, respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la ley suelta sus garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
el sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.
NACIMIENTO
Estuvo aquí. Ninguno (y él menos que niguno)
supo quién era, cómo, por qué, adónde.
Decía las palabras que los otros entienden
-las suyas no llegó a escucharlas nunca-;
se escondía en el lugar en que los otros buscan,
en su casa, en su cuerpo, en sus edades,
y sin embargo ausente siempre y mudo.
Como todos fue dueño de su vida
una hora o más y luego abrió las manos.
Entonces preguntaron: ¿era hermoso?
Ya nadie recordaba aquella superficie
que la luz disputó por alumbrar
y le fue arrebatada tantas veces.
Le inventaron acciones, intenciones. Y tuvo
una historia, un destino, un epitafio.
Y fue, por fin, un hombre.
LÍVIDA LUZ
No puedo hablar sino de lo que sé.
Como Tomás tengo la mano hundida
en una llaga. Y duele en el otro y en mí.
¡Ah, qué sudor helado de agonía!
¡Qué convulsión de asco!
No, no quiero consuelo, ni olvido, ni esperanza.
Quiero valor para permanecer,
para no traicionar lo nuestro: el día
presente y esta luz con que se mira entero.
Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
que se atraviesan con jadeo y asfixia;
las paredes sin ojos,
el hueco que resuena
de alguna voz oculta y sin sentido.
Para el amor no hay tregua, amor. La noche
no se vuelve, de pronto, respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la ley suelta sus garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
el sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.
NACIMIENTO
Estuvo aquí. Ninguno (y él menos que niguno)
supo quién era, cómo, por qué, adónde.
Decía las palabras que los otros entienden
-las suyas no llegó a escucharlas nunca-;
se escondía en el lugar en que los otros buscan,
en su casa, en su cuerpo, en sus edades,
y sin embargo ausente siempre y mudo.
Como todos fue dueño de su vida
una hora o más y luego abrió las manos.
Entonces preguntaron: ¿era hermoso?
Ya nadie recordaba aquella superficie
que la luz disputó por alumbrar
y le fue arrebatada tantas veces.
Le inventaron acciones, intenciones. Y tuvo
una historia, un destino, un epitafio.
Y fue, por fin, un hombre.
LÍVIDA LUZ
No puedo hablar sino de lo que sé.
Como Tomás tengo la mano hundida
en una llaga. Y duele en el otro y en mí.
¡Ah, qué sudor helado de agonía!
¡Qué convulsión de asco!
No, no quiero consuelo, ni olvido, ni esperanza.
Quiero valor para permanecer,
para no traicionar lo nuestro: el día
presente y esta luz con que se mira entero.
jueves, 13 de junio de 2013
Ángel Petisme, Jesús Malia, Luis Ramón G. del Pomar, videopoesía... sábado 15 de junio en la Plaza de la Cebada (La Latina, Madrid)
Bolo me invita a recitar en esta ocasión por mis ganas de compartir algunos versos de mi nuevo (e inédito aún) "Evangelio de Barrabás". Te esperamos y te deseamos.
miércoles, 12 de junio de 2013
Poemas de Joaquín Giannuzzi con Dalias (4, y fin)
DALIA INCLINADA HACIA MI VENTANA
Celebro que no seas
una efusión de mi cabeza calcinada
sino la aventura de una vida individual
que me busca en la tarde lluviosa.
Mi apuesta es dedicarte
lo que puede salvarse un fracaso
ahora que inclinas hacia mi ventana
tu pesado estallido purpúreo, por líneas
de azul raspado y gotas que se demoran.
Desalojo el humo y la negación
de mis pulmones. Suavizo
el crujido estacional de mis articulaciones.
Puesto que no obtuve
una respuesta consistente en mi agujero mental,
sino abstracciones monstruosas
y una certeza de condenado por la época
entro en tu frío peso con mi última edad.
Ensayadas mentiras huyen por la ventana
y oscurece a mis espaldas. Pero tú salvas
mis porciones secretas: ahora que compartimos
un naufragio carnal
que parece tan lento y justo bajo la lluvia.
LA DALIA ROJA
La dalia roja, este año
de azul raspada
tiende a girar cada tarde
como un pensamiento retórico
sobre el tallo doblado.
Masa atrapada en su propio resplandor,
gravitación carnal,
peso de agua y viento
todo es la misma vida unificada
frente a estas manos que oscurecen
al borde de la ventana, unidas para salvarse,
con aguda conciencia de su movimiento libre
y del desvanecimiento universal.
___
La lluvia es un apaciguamiento universal desde la ventana
árboles y animales paralizados en su unidad.
Una dalia de suntuosa combustión
revela bajo el agua su paz interna.
¡Espacio y dominio de la naturaleza impersonal!
Pero aquí, en su campo nervioso, particular,
el prisionero rechina los dientes.
Desde todos los objetos, llega una amenaza,
la hostilidad de su dios, sus ojos bloqueados,
creando cosas húmedas y terribles en un cuarto cerrado.
martes, 11 de junio de 2013
Poemas de Joaquín Giannuzzi con Dalias (3)
DALIA OFRECIDA
La avispa entró ávidamente
en la dalia ofrecida
hurgó en su interior, succionó lo necesario:
dorada y roja, la escena
fue erotismo de vida contemplada
allí en el jardín, con viento favorable
al semen vegetal.
CUANDO LA DALIA SUPERA
Cuando la dalia supera
el peso calculado por una certeza de equilibrio,
se inclina hacia mi ventana neurótica.
Su violeta es profundo
absolutamente carnal y retórico.
Ahora acude un viento
trayendo distintas versiones de los asuntos terrestres.
La dalia se balancea a su paso
mientras mi yo calcinado permanece ajeno
a este devenir fresco y calmo.
La dalia respira fuera del entendimiento:
y el planeta esperándola suavemente con la palma
hacia arriba.
Sonetos de Garcilaso de la Vega en edición de José Nicolás de Azara del año 1765 (6)
Echado está por tierra el fundamento
Que mi vivir cansado sostenía.
O quanto bien se acaba en solo un dia!
O quantas esperanzas lleva el viento!
O quan ocioso está mi pensamiento
Quando se ocupa en bien de cosa mia!
A mi esperanza, así como á baldia,
Mil veces la castiga mi tormento.
Las mas veces me entrego, otras resisto
Con tal furor, con una fuerza nueva,
Que un monte puesto encima rompería.
Aqueste es el deséo que me lleva
A que desee tornar á ver un dia
A quien fuera mejor nunca haber visto.
___
Amor, Amor, un hábito he vestido
Del paño de tu tienda bien cortado:
Al vestir le hallé ancho y holgado;
Pero después estrecho y desabrido.
Después acá de haberlo consentido,
Tal arrepentimiento me ha tomado,
Que pruebo alguna vez de congojado
A romper deste paño este vestido.
¿Mas quien podrá deste hábito librarse,
Teniendo tan contraria su natura,
Que con él ha venido á conformarse?
Si alguna parte queda por ventura
De mi razon, por mí no osa mostrarse;
que en tal contradicion no está segura.
Según José Nicolás de Azara este poema es traducción literal de un poema de Ausias March. Rastreando en los Cantos de Amor de Ausias March, traducidos al castellano por Jorge de Montemayor, y buscando por las dos pimeras estrofas, hallo lo siguiente:
Amor, Amor, un hábito he cortado,
de vuestro paño el alma lo ha vestido;
en el vestir muy ancho lo he sentido,
pero después estrecho y apretado.
(Última estrofa del Canto LII)
A mí me abasta el de mi pensamiento
por hábito que tiene y no se rompe
si no es por donde en algo está raýdo.
(Versos 140-142 del Canto LXXXIII)
Vencido estoy del hábito, y no siento
deleyte fuera desto en mi semblante;
pensando en mi dolor consumo el tiempo,
y allí está el bien, pues que es mi passatiempo.
(Versos 45-48 del Canto XLVII)
Que mi vivir cansado sostenía.
O quanto bien se acaba en solo un dia!
O quantas esperanzas lleva el viento!
O quan ocioso está mi pensamiento
Quando se ocupa en bien de cosa mia!
A mi esperanza, así como á baldia,
Mil veces la castiga mi tormento.
Las mas veces me entrego, otras resisto
Con tal furor, con una fuerza nueva,
Que un monte puesto encima rompería.
Aqueste es el deséo que me lleva
A que desee tornar á ver un dia
A quien fuera mejor nunca haber visto.
___
Amor, Amor, un hábito he vestido
Del paño de tu tienda bien cortado:
Al vestir le hallé ancho y holgado;
Pero después estrecho y desabrido.
Después acá de haberlo consentido,
Tal arrepentimiento me ha tomado,
Que pruebo alguna vez de congojado
A romper deste paño este vestido.
¿Mas quien podrá deste hábito librarse,
Teniendo tan contraria su natura,
Que con él ha venido á conformarse?
Si alguna parte queda por ventura
De mi razon, por mí no osa mostrarse;
que en tal contradicion no está segura.
Según José Nicolás de Azara este poema es traducción literal de un poema de Ausias March. Rastreando en los Cantos de Amor de Ausias March, traducidos al castellano por Jorge de Montemayor, y buscando por las dos pimeras estrofas, hallo lo siguiente:
Amor, Amor, un hábito he cortado,
de vuestro paño el alma lo ha vestido;
en el vestir muy ancho lo he sentido,
pero después estrecho y apretado.
(Última estrofa del Canto LII)
A mí me abasta el de mi pensamiento
por hábito que tiene y no se rompe
si no es por donde en algo está raýdo.
(Versos 140-142 del Canto LXXXIII)
Vencido estoy del hábito, y no siento
deleyte fuera desto en mi semblante;
pensando en mi dolor consumo el tiempo,
y allí está el bien, pues que es mi passatiempo.
(Versos 45-48 del Canto XLVII)
viernes, 7 de junio de 2013
"Nocturno", "Revelación" y "Amanecer", poemas de Rosario Castellanos en su poemario "Lívida luz"
NOCTURNO
Para vivir es demasiado el tiempo;
para saber no es nada.
¿A qué vinimos, noche, corazón de la noche?
No es posible sino soñar, morir,
soñar que no morimos
y, a veces, un instante, despertar.
REVELACIÓN
Lo supe de repente:
hay otro.
Y desde entonces duermo sólo a medias
y ya casi no como.
No es posible vivir
con este rostro
que es el mío verdadero
y que aún no conozco.
AMANECER
¿Qué se hace a la hora de morir? ¿Se vuelve la cara a la pared?
¿Se agarra por los hombros al que está cerca y oye?
¿Se echa uno a correr, como el que tiene
las ropas incendiadas, para alcanzar el fin?
¿Cuál es el rito de esta ceremonia?
¿Quién vela la agonía? ¿Quién estira la sábana?
¿Quién aparta el espejo sin empañar?
Porque a esta hora ya no hay madre y deudos.
Ya no hay sollozo. Nada, más que un silencio atroz.
Todos son una faz atenta, incrédula
de hombre de la otra orilla.
Porque lo que sucede no es verdad.
Para vivir es demasiado el tiempo;
para saber no es nada.
¿A qué vinimos, noche, corazón de la noche?
No es posible sino soñar, morir,
soñar que no morimos
y, a veces, un instante, despertar.
REVELACIÓN
Lo supe de repente:
hay otro.
Y desde entonces duermo sólo a medias
y ya casi no como.
No es posible vivir
con este rostro
que es el mío verdadero
y que aún no conozco.
AMANECER
¿Qué se hace a la hora de morir? ¿Se vuelve la cara a la pared?
¿Se agarra por los hombros al que está cerca y oye?
¿Se echa uno a correr, como el que tiene
las ropas incendiadas, para alcanzar el fin?
¿Cuál es el rito de esta ceremonia?
¿Quién vela la agonía? ¿Quién estira la sábana?
¿Quién aparta el espejo sin empañar?
Porque a esta hora ya no hay madre y deudos.
Ya no hay sollozo. Nada, más que un silencio atroz.
Todos son una faz atenta, incrédula
de hombre de la otra orilla.
Porque lo que sucede no es verdad.
jueves, 6 de junio de 2013
Poemas de Joaquín Giannuzzi con Dalias (2)
DALIA INCLINADA
La dalia se ha inclinado
desde su altura rota
cargada de materia sobrepasada.
El demasiado amor
de este otoño tardío empujó fuera de límite
el peso del agua. La curva desciende
después del púrpura estallido.
Yo, amigo de todo conocimiento,
vi esta imbatible combustión
y no busqué más. Se extinguieron
los gestos de mi cerebro. Apenas recuerdo
el equilibrio de ayer;
una energía levantada
en la vida que tuve, una columna
un exceso mal distribuido que la desmoronó.
DALIA EN EL VIENTO
Erguida junto al pilar donde acuden
los borrachos y todos los perros del mundo
busca la luz que demanda su juventud.
En la alta profundidad, ordenados
sus pétalos violáceos
en torno a un centro dorado que actúa como un ojo,
oscila sobre un fino tallo articulado.
Hacia un fondo de cielo nuboso y cerros verdiazules
entona una danza circular
hasta que el viento la abandona
y desmayando su cabeza en la piedra
exige un poder imperial sobre el paisaje.
Pero no intenta inyectar su sangre a ese anciano
allí abajo derrumbado en un sillón
con hojas húmedas en torno,
obstinado en no abandonar sus huesos
que dentro de sí mismo cavan su propia tumba.
"Cantos de Amor" de Ausias March, en traducción de Jorge de Montemayor. Canto VIII
CANTO VIII
Ja de amor tébeu james yo sia
Jamás en el amor tibio me vea,
que más quiero estar frío, o muy caliente;
do Amor con sus estremos señorea
dolor ni enfermedad jamás se siente.
Quien poco ama, poco bien dessea,
con poco se contenta, y fácilmente
lo que dessea tiene, y s'enhastía
con lo que puede haver sin gran porfia.
A quien bien ama el mal no le atormenta,
pues mas que muerte su dolor s'estrema.
Es frío qualquier fuego que otro sienta,
tan fuerte es el de amor que a él le quema.
Ninguna cosa propria le contenta,
fuera de sí se va con grande tema;
su voluntad es muerta y sin conorte,
como hermitaño bive, estando en corte.
Donde hay gran fe se junta el pensamiento,
de dos se haze un cuerpo a gran porfía:
los espíritus claman, y es su intento,
qu'el uno al cuerpo de otro entrar querría;
tras su desseo va todo, y su contento,
huye tristeza y busca el alegría:
mi alma en mi más noble estando dentro
ha embidia de tu cuerpo, que es su centro.
Quien no siente este amor, no le dessea,
mejor lo sabe alguno que lo siente;
dalle ha lugar el mal a que lo vea,
mas el que lo padesce es differente:
la especie puede ver, como la lea,
mas no las circunstancias propriamente;
quien lo padesce entiende la substancia,
juzgallo sin sentillo es ignorancia.
Para saber de Amor qué es su natura
el toque no me falta y la balança,
mas tengo vuestro amor por cosa obscura,
y hiere el coraçón con cruda lança.
A vos devría herir, que soys más dura,
mi cuerpo dexe ya, pues que no alcança
Amor de su alma propria a do se inflama,
y vuestra vista augmenta en él la llama.40
No repte alguno el tibio si algo miente,
pues río puede llamarse enamorado;
no porque pueda estar sin accidente,
mas no le da plazer, pena o cuydado.
Alguno viste red, que fácilmente45
vestido se ymagina y adornado;
y el que desnudo está de todo punto,
por se vestir buen paño está difunto.
Amor, no os yré yo a pedir de hecho
merced con mano escasa ni vazía;50
pues quanto puedo os doy, en este día
me dad a quien me di, porqu'es derecho.
Ja de amor tébeu james yo sia
Jamás en el amor tibio me vea,
que más quiero estar frío, o muy caliente;
do Amor con sus estremos señorea
dolor ni enfermedad jamás se siente.
Quien poco ama, poco bien dessea,
con poco se contenta, y fácilmente
lo que dessea tiene, y s'enhastía
con lo que puede haver sin gran porfia.
A quien bien ama el mal no le atormenta,
pues mas que muerte su dolor s'estrema.
Es frío qualquier fuego que otro sienta,
tan fuerte es el de amor que a él le quema.
Ninguna cosa propria le contenta,
fuera de sí se va con grande tema;
su voluntad es muerta y sin conorte,
como hermitaño bive, estando en corte.
Donde hay gran fe se junta el pensamiento,
de dos se haze un cuerpo a gran porfía:
los espíritus claman, y es su intento,
qu'el uno al cuerpo de otro entrar querría;
tras su desseo va todo, y su contento,
huye tristeza y busca el alegría:
mi alma en mi más noble estando dentro
ha embidia de tu cuerpo, que es su centro.
Quien no siente este amor, no le dessea,
mejor lo sabe alguno que lo siente;
dalle ha lugar el mal a que lo vea,
mas el que lo padesce es differente:
la especie puede ver, como la lea,
mas no las circunstancias propriamente;
quien lo padesce entiende la substancia,
juzgallo sin sentillo es ignorancia.
Para saber de Amor qué es su natura
el toque no me falta y la balança,
mas tengo vuestro amor por cosa obscura,
y hiere el coraçón con cruda lança.
A vos devría herir, que soys más dura,
mi cuerpo dexe ya, pues que no alcança
Amor de su alma propria a do se inflama,
y vuestra vista augmenta en él la llama.40
No repte alguno el tibio si algo miente,
pues río puede llamarse enamorado;
no porque pueda estar sin accidente,
mas no le da plazer, pena o cuydado.
Alguno viste red, que fácilmente45
vestido se ymagina y adornado;
y el que desnudo está de todo punto,
por se vestir buen paño está difunto.
Amor, no os yré yo a pedir de hecho
merced con mano escasa ni vazía;50
pues quanto puedo os doy, en este día
me dad a quien me di, porqu'es derecho.
miércoles, 5 de junio de 2013
Poemas de Eduardo Espósito en "A las puertas de Tannhäuser" (3, y fin). "Puzzle" y "Huevo de ángel"
PUZZLE
Un poeta pretende reconstruir
el rompecabezas del mundo
desgarrado por sus abuelos
No recuerda las coordenadas
(su propio lugar
dentro del juego)
Prueba una vez
Otra vez
Desiste
El rompecabezas
se insinúa completo.
HUEVO DE ÁNGEL
Desangradas rondan en la tierra
especies que no cuajaron en los cielos
Somos el eslabón perdido de los ángeles
Su lado vulnerable
Se entelequia pedestre
El cielo es ese palo enjabonado
donde bajar vencidos
a cada intento soberbio de ser puros
Y el tiempo tiene abuela
porque alguna vez fue hombre
Si la dejan hablar dirá que no existimos
Que somos un error
en la urdimbre tejida por la desesperación
Genealogía de ser nada
Una fallita implume
O acaso el detonante de la náusea de Dios.
Un poeta pretende reconstruir
el rompecabezas del mundo
desgarrado por sus abuelos
No recuerda las coordenadas
(su propio lugar
dentro del juego)
Prueba una vez
Otra vez
Desiste
El rompecabezas
se insinúa completo.
HUEVO DE ÁNGEL
Desangradas rondan en la tierra
especies que no cuajaron en los cielos
Somos el eslabón perdido de los ángeles
Su lado vulnerable
Se entelequia pedestre
El cielo es ese palo enjabonado
donde bajar vencidos
a cada intento soberbio de ser puros
Y el tiempo tiene abuela
porque alguna vez fue hombre
Si la dejan hablar dirá que no existimos
Que somos un error
en la urdimbre tejida por la desesperación
Genealogía de ser nada
Una fallita implume
O acaso el detonante de la náusea de Dios.
martes, 4 de junio de 2013
Sonetos de Garcilaso de la Vega en edición de José Nicolás de Azara del año 1765 (5)
Pensando que el camino iba derecho,
Vine á parar en tanta desventura,
Que imaginar no puedo, aun con locura,
Algo de que esté un rato satisfecho.
El ancho campo me parece estrecho,
La noche clara para mí es escura,
La dulce compañía amarga y dura,
Y duro campo de batalla el lecho.
Del sueño (si hay alguno) aquella parte
Sola, que es ser imágen de la muerte,
Se aviene con el alma fatigada.
En fin que como quiera estoy de arte
Que juzgo ya por hora menos fuerte
(Aunque en ella me ví) la que es pasada.
___
En tanto que de rosa y de azucena
Se muestra la color en vuestro gesto,
Y que vuestro mirar ardiente honesto
Con clara luz la tempestad serena:
Y en tanto que el cabello, que en la vena
Del oro se escogió, con vuelo presto
Por el hermoso cuello blanco enhiesto
El viento mueve, esparce y desordena:
Coged de vuestra alegre Primavera
El dulce fruto, antes que el tiempo ayrado
Cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento elado:
Todo lo mudará la edad ligera,
Por no hacer mudanza en su costumbre.
Vine á parar en tanta desventura,
Que imaginar no puedo, aun con locura,
Algo de que esté un rato satisfecho.
El ancho campo me parece estrecho,
La noche clara para mí es escura,
La dulce compañía amarga y dura,
Y duro campo de batalla el lecho.
Del sueño (si hay alguno) aquella parte
Sola, que es ser imágen de la muerte,
Se aviene con el alma fatigada.
En fin que como quiera estoy de arte
Que juzgo ya por hora menos fuerte
(Aunque en ella me ví) la que es pasada.
___
En tanto que de rosa y de azucena
Se muestra la color en vuestro gesto,
Y que vuestro mirar ardiente honesto
Con clara luz la tempestad serena:
Y en tanto que el cabello, que en la vena
Del oro se escogió, con vuelo presto
Por el hermoso cuello blanco enhiesto
El viento mueve, esparce y desordena:
Coged de vuestra alegre Primavera
El dulce fruto, antes que el tiempo ayrado
Cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento elado:
Todo lo mudará la edad ligera,
Por no hacer mudanza en su costumbre.
lunes, 3 de junio de 2013
Presentación de "Rigor vitae", de Ángel Guinda, en el Ateneo de Madrid
MARTES 4 DE JUNIO
19:30 h
Salón de Actos del ATENEO de MADRID
Calle del Prado, 21 - 28014 Madrid
Presentación del libro
RIGOR VITAE, de Ángel Guinda
www.angelguinda.com
Poesía ultraísta, "Nocturno", "Los barrios extremos" y "El último día" (Luis Mosquera, 2 y fin)
NOCTURNO
Todo parecía contenido en una inmensa borla azul y perfumada.
La noche se había agazapado en una urna de cristal. De su cuerpo, frotado a contrapelo, brotaban estrellas blancas.
Granadas abiertas las ventanas encendidas.
Dentro de cada casa ocurren en este instante tragedias grotescas.
Los tejados negros aplastan la ciudad.
LOS BARRIOS EXTREMOS
De madrugada, cuando nadie transita por los barrios extremos, las calles enarcan sus lomos grises y se desperezan satisfechas.
Un farol encendido en una esquina es la única pupila despierta.
Los lugares céntricos se afanan por mantener su aspecto febril.
Pero esto es una farsa y debemos indignarnos.
Los barrios extremos son los únicos que contienen la verdadera vida.
EL ÚLTIMO DÍA
En esta hora de la mañana las chimeneas comienzan sus coloquios inciertos.
Sobre la plaza amarilla, la sombra morada de la torre y los gallos mecánicos y esmaltados.
Música de alisos y de chopos.
Todos pasan por aquel largo sendero en direcciones distintas.
Sin embargo, el día comienza igual para todos, aunque algunos impacientes terminen antes.
Todo parecía contenido en una inmensa borla azul y perfumada.
La noche se había agazapado en una urna de cristal. De su cuerpo, frotado a contrapelo, brotaban estrellas blancas.
Granadas abiertas las ventanas encendidas.
Dentro de cada casa ocurren en este instante tragedias grotescas.
Los tejados negros aplastan la ciudad.
LOS BARRIOS EXTREMOS
De madrugada, cuando nadie transita por los barrios extremos, las calles enarcan sus lomos grises y se desperezan satisfechas.
Un farol encendido en una esquina es la única pupila despierta.
Los lugares céntricos se afanan por mantener su aspecto febril.
Pero esto es una farsa y debemos indignarnos.
Los barrios extremos son los únicos que contienen la verdadera vida.
EL ÚLTIMO DÍA
En esta hora de la mañana las chimeneas comienzan sus coloquios inciertos.
Sobre la plaza amarilla, la sombra morada de la torre y los gallos mecánicos y esmaltados.
Música de alisos y de chopos.
Todos pasan por aquel largo sendero en direcciones distintas.
Sin embargo, el día comienza igual para todos, aunque algunos impacientes terminen antes.
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