El poeta político ha muerto
de embolia pulmonar
y vacaciones pagadas
y libros sagrados
y falta de lecturas
y ganas de prosa
y esa querencia suya
por escribir
no
y no
y no
y vuelta a escribir
no.
El poeta político,
si vuelve,
deberá aprender a reír.
DIrá:
de esta Heineken
nace el Océano Atlántico.
Dirá:
el presidente saca su verga
para mear calderilla de pobres.
Dirá:
soy el único caso de poeta
a quien las erratas
mejoran el verso.
El poeta político del futuro
deberá aprender a reír.
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