Habla la señora
La tormenta caía sobre los robles
y mi esposo y yo
nos sentamos en la penumbra
¡escuchando!
mirábamos por la ventana,
apagadas las luces,
veíamos el musgo
erizarse
a causa de la fuerza del viento.
Frente a nosotros había
dos velas prendidas
juntas;
nuestra casa era sólida
y sus altas flamas se mantuvieron
inmóviles.
Que sea siempre así
cuando la lluvia agite
el musgo
adelante y atrás
allá arriba
sobre mi cabeza
como llamas en la furia
final.
La traducción es culpa de Juan Antonio Montiel
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