Si no se habla a los hombres, pierden la virtud, al igual que una campana no suena si no se la bandea.
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Cuando se crece entre sabios, se aprende que lo más provechoso es el silencio.
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Quien no oculta nada en su corazón, encuentra todas las cosas claras.
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La virtud del sabio es como el viento, y la del hombre vulgar como la hierba, cuando el viento pasa por encima de la hierba, ésta se doblega.
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