lunes, 25 de octubre de 2010

Poemas de Ángel Muñoz en 'Como Ulises en una cacharrería' (y fin)

incineración

luz
lo que se dice luz
hace rato
que abandonó el escenario

date cuenta
de que cabalgamos
por Diciembre
y en esta época
al sol
le importa un pijo salir
y calentar los cuerpos
helados
que el horno incinerador
es incapaz de entonar
en los minutos
que la vida
te otorga
como descuento


alone with the rain

llovía
afuera
muy fuerte

la puerta del bar
no encajaba
a la perfección
en su sitio
dando paso
a bocanadas
de frío
que en mi posición
me helaban las costillas

poca gente
muy poca
si acaso la camarera

un tipo solitario al fondo
enfrascado
en la lectura
de un periódico

y alguien
que a mis espaldas
abandonaba el lugar
jugándosela en la calle
con el frío
y el torrente de agua

queriendo parecer interesante
pedí un martini
rojo

he de reconocer
que también lo hice
porque la botella
pillaba
en la otra punta de la barra
y así
al girarse
podría verle el culo
a la camarera
el cual
ofrecía mejor cara
que su pronunciada nariz

el lector
realizó

la misma operación

que su antecesor

abrir bien la puerta
dejar que un ejército
de gotas de agua
atacasen el local
y permitir
que el frío
las escoltase

decidí seguir
contemplando el trasero
hasta que girándose
me espetó
si podía cerrar la puerta

creo que me pilló
pero no debió molestarle
es más
sonrió
ante la posibilidad
de que alguien se fijase
en ella
esa noche
y si te soy honesto
capté aquello y mucho más

porqué

no me interrogué

cerrar una puerta
que anda medio podrida
para abrir otra

dándome una tregua
pequeña
en la que no tenga
que empaparme
como últimamente
más por fuera
que por dentro


con razón

de tan pequeño
y frágil
la ternura
no tuvo otro remedio
que apoderarse de mí

y sí
lo reconozco
quise hacerlo mío

cuidarlo

protegerlo

limpiarle los mocos

ser
si no su padre
al menos
un referente
al que agarrarse

pero con seis años
y tanta crudeza
barnizando su piel
sabía
de sobra
lo que tenía
que decirme
ante el cuerpo
del que había sido
hasta hace dos horas
su taita

mi papá se pinchaba
pero era mi papá

y la verdad
es que el viento
en las mugrientas persianas
azotaba
atendiendo
sin excusas
a esas razones

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