Orestes proclamó soberano a su hijo, Rómulo Augusto. Un hado irónico quiso dar a aquel chico, destinado a ser el último emperador de Roma, el nombre del primero. Mas los soldados bárbaros, embriagados por la victoria, reclamaron ahora tierras... Uno de sus oficiales, Odoacro, encabezó la revuelta, atacó a Orestes en Pavía, le derrotó y le mató. Rómulo Augusto, al que después la Historia ha llamado “Augústulo”, o sea “Augusto el pequeño” para distinguirle del grande, fue depuesto y confinado en el Castel dell’Uovo en Nápoles...
Indro Montanelli, Historia de Roma.
MENSAJE DE RÓMULO AUGÚSTULO A ORESTES
Ante el Empire State, Odoacro cabecea y yo te conozco,
yo te conozco.
Yo te conozco porque eres el mismo muerto de siempre,
porque eres el mismo muerto y nosotros
ya no somos los mismos de entonces.
No hemos sido nunca los mismos de siempre
(nunca porque no existíamos).
El dolor no nos ha hecho más fuertes.
No somos más fuertes porque rezamos,
porque rezamos a ratos, porque no sabemos rezar,
porque no creemos en nada,
la blasfemia tampoco nos ha hecho más fuertes.
No es nada la muerte ante los ojos del mundo
(si me recuerdas no estoy muerto).
Hemos ido de la mano y sin embargo no es nada la muerte,
nos ha mordido la leve impronta de la mañana
y sin embargo no es nada la muerte
agarrado a otra mano.
Pero yo te conozco porque eres mi padre,
y también eres mi hijo, a ratos no eres nada,
sólo un soplo de brisa fresca.
Odoacro cabecea y yo te conozco y sé tu nombre
y cómo cabeceas cuando Odoacro te nombra,
cuando Odoacro te llama.
Si el dolor no ha servido para salvarnos,
sálvate tú al menos, sálvate tú al menos de entre los hombres,
sálvate tú al menos y salva a los hombres, sálvate,
sálvate ante el Empire State en la memoria
donde yo te conozco, padre, donde ningún vivo
ha vuelto para contarlo.
MENSAJE DE ORESTES A RÓMULO AUGÚSTULO
(Consejos antes de ver partir a un hijo)
No digas la verdad, hijo mío,
no desoigas los consejos más inútiles
(los necios desconocen la verdad de sus palabras),
no escuches el llanto de los próximos,
acoge las deidades como ciertas,
no te lleves la contraria, no te pongas en tu contra
(otros lo harán por ti).
Di la verdad, Rómulo Augústulo, hijo mío,
desoye los consejos estériles,
atiende las vanas explicaciones de tus ancestros
(déjales que se salven),
ponle un templo a tu mujer y a tus hijos otro,
llévate siempre la contraria y pelea contra ti mismo,
derrótate para conocer la victoria.
MENSAJE DE ORESTES A ODOACRO
Ganar no es nada, Odoacro,
lo importante es aceptar la derrota,
todo el mundo gana alguna vez
(quién no ha ganado seis mil hectáreas
de cruces, eternamente).
Lo difícil es reconocer nuestro tamaño ínfimo
(Polifemo vencido por el astuto Ulises, eso es todo.
Vencidos por el tamaño menor de Ulises).
El tiempo implacable es la única derrota.
Qué más da ganarlo todo si no espera Penélope en casa,
si no es Telémaco el hijo de nuestro dolor.
No ganar es lo que importa: la dignidad del fracaso
en tu última batalla.
Y ahora llora a Roma, que se humedezcan tus ojos,
que aún retengas lágrimas que salvarte, oh innoble...
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