Un amigo prestó a otro 2 pesetas, con la condición de que le devolvería el cuadrado de esa cantidad pasado un año.
Cuando, transcurrido el plazo, el deudor fue a realizar el pago, se sorprendió al ver que su amigo reclamaba 400 Ptas.
—Yo no te presté 2 Ptas —aclaró— sino 200 céntimos, cuyo cuadrado son 40 000 céntimos, o sea 400 Pta.
—No —replicó—. Tú me prestaste 2/5 de duro, cuyo cuadrado son 4/25 de duro, o sea 40 céntimos. Ahí los tienes.
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