En mis hermosos jardines bien floridos,
con los gentiles y sus hierbas,
cuenta por cuenta,
voy andando, jugando, floreciendo,
voy llamando
los poderes y los encantos,
Huaca Prieta, Huaca del Sol, y Huaca de la Luna,
con la hierba del hombre,
con la hierba del león,
con la hierba de la coqueta,
voy cantando–
Que mi buen remedio viene ya.
Cuatrocientos años de la muerte de quien dominó al mundo:
«Hispaniarum et Indiarum Rex». Y unas cuantas palabras
frente a tus sentidos
de impasible metal precioso.
En las sombras se dan la mano
vencedores y vencidos,
y hasta el océano, cortés cómplice,
duerme a pierna suelta acariciado
por el viento–
Cojeando,
de la nube hemos descendido.
Dominar todas las extensiones conocidas del planeta,
¿para qué? Sólo busco un cuerpo
proporcional al mío:
Algo
que me invite a descansar.
Quiero el Poder
para prescindir hasta de esto
y así quizá
a la muerte dominar.
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