El suicida
En los tiempos que vivimos
No es tan difícil
Querer estar muerto a veces,
Sólo un minuto, un segundo
Ausente de maniobras
Para retener serotonina.
Ese libro que me dejaste
Le quema la piel a la estantería
Y aún no sabe
Cómo ha de serte devuelto.
Ese libro que me dejaste
Enclava los poemas,
Los echa hacia el asfalto
Y yo tengo pocas ganas de aprender
A estos mejunjes de llorar,
Tu libro ha de soportar
Que yo no pueda leerlo.
Y en lugar del paso de cebra
Sigo en mi semáforo,
Y doy cuenta del festín de no saberte.
Y doy pétalos dormidos a la luna
Como prenda.
Pero no estoy en deuda
Lo sé, ni con sus páginas
Ni con las nuestras,
La poca historia que nos duele.
Es mejor cerrar y poner un separador
Tal vez, eterno.
Pero cuando miro la portada
Me pongo a temblar,
Cuándo podré renovar
El disfraz de muchedumbre
Fundirme en los neones de las tumbas
Cambiarme de camisa
Y ser alguna vez esa mano
Que te entrega el libro.
No lo sé.
Tú tampoco puedes decírmelo
Y se incendia la casa,
Se calcina mi pecho soluble
En la noche
Mientras no leo, mientras no veo
Mientras me escondo
Con el lomo abierto
Como un ladrón de cuentos,
Pero no es un cuento la poesía,
La dedicatoria,
Ni lo que nunca tendremos
En las cuencas de los ojos.
1 comentario:
:)
qué buenas estaban las torrijas de la deliciosa :D
Mil besos y cariños, Jesús.
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