IN MEMORIAN
A Delfina Tejada de Guerra
La tiniebla no pudo
traspasar los umbrales de su casa.
Se consumió entera
de calor y de luz como una lámpara.
Nadie le vio las manos
vacías o cerradas.
Entregó su tesoro
de actos vivificantes, consolaciones, gracia.
Igual que en un crisol se hacían en su boca
verdaderas y puras las palabras.
No dijo más que amor
y amó hasta el fin "como quien se desangra".
Cuando vino la muerte
buscó su corazón para alancearla
y nos ha herido a ti, a mí, a todos,
donde su corazón se derramaba.
LOS ENGAÑADOS
Muchas veces se olvida. En la conversación
amistosa ¿quién dice
más que el nombre y los nombres del amigo?
En la ardua vigilia de la lectura, cuando
la sangre se hace luz, pensamos que la flecha
podría atravesarnos sin herirnos.
Y si empuñamos un instante el cetro
del amor, ya creemos
vencida para siempre a la otra potestad.
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