13
Salgo a la calle. Dudo hacia cuál lado
dirigirme. Da igual un sitio que otro.
Todas las direcciones se bifurcan
en incomodidad o aburrimiento.
De la alta oscuridad baja la lluvia
tropezando en las ráfagas del aire
y se agarra al cabello, manos, traje...
Es bueno caminar en la llovizna.
Es bueno andar despacio bajo el agua.
Sin rumbo uno asimismo, lluvia y viento,
como agua y soplo, nada, por la calle.
14
Los nudillos golpean los cristales
de un bar en un esquina. Hasta mí arriba
mi nombre que me busca entre la lluvia.
Es grato oír el nombre que uno lleva.
Es grato descubrir que uno aún importa.
Que importa a sus amigos que le llaman
cuando pasa uno andando por la calle.
15
Me acerco adonde están. El bar alberga
una concentración de espesas sombras
que se agitan con ruido y gesticulan
en el local oscuro. Como arañas
las lámparas descienden desde el techo
y acechan los grupitos de las mesas.
Y unos rostros sonríen saludándome.
¡Esas caras no son de mis amigos!
Son sus caricaturas despiadadas
hechas por enemigos implacables.
Y ellos estarán viendo al que me usurpa
son mostrar estupor. Por si lo ignoro.
Es este nuevo cuerpo el que confunde
a la gente. Son estos nuevos cuerpos
ilícitos que a todos nos habitan
los que impiden la antigua convivencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario