REBELDÍA
Estamos aquí.
Escuchando la voz de los cipreses.
Entendiendo las pautas
que dictan sus silencios.
Un rumor de orugas que llega
desde abajo del asfalto
y se expande insaciable
como tsunami ebrio.
Ellos, tenias execrables,
viven entre despojos
y conquistan el agua
a golpe de avidez.
Solo saben presumir
de mordiscos en el vientre
y bizales en los conciertos.
No podremos
subsistir en la afonía.
Sin canciones no podremos.
Sin rebeldía, no.
Con las manos manchadas de tierra,
con la esperanza flor creciendo,
con la música de los bancales,
podremos.
Amelia Díaz Benlliure
UN ROSTRO SUCESIVO
Si ahora descabalgasen los días de sus noches,
si minuciosamente fueran
olvidando sus horas, desprendiendo la espuma
del mapa de silencio de la sombra,
esta voz no erraría turbia en los descampados
ni cruzaría otros puentes sobre los ríos de sangre
que alimentan la nieve y sus despojos.
Sobre esta luz menor de la tarde de otoño,
con crines y galopes, con pájaros ocultos,
se ha despedido el día
y un viento con acechos se cierne sobre el árbol.
Por rompientes de vértigo y cavernas de insomnio
propaga interrogantes
y arrasa las callejas frágiles del recuerdo
con sus almas de arena y rumor de hojarasca.
Y anterior a la sangre, una voz que te nombra
desde el humo confuso del sueño, desde el limo.
Una voz que te llama a ser secretamente
las sílabas de un nombre, un proyecto de humo,
un rostro sucesivo que ha erosionado el tiempo.
Santos Domínguez
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