Acabamos la pasada semana nuestra revisión de los números de Madrid Cómico del año 1898, y me parece conveniente, ahora que siento concluida la tarea, si no hacer balance, que son muchas las hermosuras y aprendizajes que de él me llevo, sí declarar algunos de los motivos que hoy recuerdo me llevaron a esta revista satírica y a sus números de 1898.
Me saben ustedes interesado en el humor gráfico y el cómic (aunque no puedo sostener una conversación sobre estas materias con un auténtico aficionado a ellos). Por ello, desde los comienzos de esto blog rastreo webcomiqueros, he dado parte de algunos de mis ídolos y de los humoristas de prensa españoles. En la intención siempre de rastrear los orígenes y llegar a lugares no muy comunes, di en conocer publicaciones satíricas del siglo XIX, y entonces me fijé en Madrid Cómico.¿Por qué en ella? Probablemente porque no hay otra tan abundante y accesible a través de la web. ¿Por qué el año 1898? Porque cuando comencé a ver la combinación prodigiosa de humor y prosa, con la brillante nómina de intelectuales que la formaban, creí interesante este acercamiento a través de estos intelectuales y el humor a un año tan trágico para España como fue 1898.
Cumplido con mucho gusto el objetivo y siendo ya un enamorado de Madrid Cómico (al lector español de hoy decirle que fue como El Jueves, pero venido a más), quise buscar otro año en el que abundara de primeras plumas, pero resulta que pocos números hallo, y que la degeneración es evidente. Ay. Clarín, Benavente, Taboada... no más. Ni asomo de su altura.
Vayamos, sin embargo, brevemente (un número apenas) al año 1923. Dictadura consentida por nuestro monarca, Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos I, soberano actual español. El humor gráfico no decae, no, pero las letras... qué horror, cuánta vulgaridad y qué nefasta moral. Ay. Doy muestra, breve, no merece más, por gloria de sus moneros y del pasado glorioso de esta revista. Pero para ello, espera una semana, si me tienes paciencia e interés.
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