Hoy el viento ha
manchado/
el aroma de una higuera.// Cómo contemplar su paso decidido/ entre
las ramas o el silencio.// Cómo comprobar/ si el ritmo de una
respiración/ es sólo su labor de siembra.// Hoy el viento se
disfraza/ con las cosas diminutas.
La noche es el
reducto/
de un idioma./ Preciso e inconstante/ transita el proceso/ de
fermentar la harina/ para el pan de la mañana.// La noche es el
reinado de unos dientes/ y después, muy a menudo,/ amanece en
Portugal.
Agarro el viento
por su parte más tierna,/ o quizás es él quien me sorprende/ con
los labios abiertos/ y una vocal colgada por la esfera,/ entre las
siete y las ocho/ cuando sudo,/ cuando la voz de un silbo/ me
recuerda los gestos de las nubes.// No transcurren los días estos
días,/ son sólo el devenir de una promesa/ escrita ya en la biblia/
de mis manos.
Tu infancia es sólo
un
río detenido/
a la sombra de todos los naranjos.
En el corazón de la
almendra/
dormitan razones prehistóricas/ que invitan al aceite a madurar.
En el centro del
centro de la flor/
se duerme el perfil de la mirada,/ un fonema entre los dientes/ y el
roce estremecido del deseo.// La lluvia arranca en su trabajo la
corola/ y en su triste desnudo/ la flor ofrece una estructura/ de
corazón abierto en la retina.// El viento que parece distraído/
solloza a la llegada del otoño.
El frío es sólo un
faro intermitente/
que anuncia el nacimiento del metal,/ por eso busco a tientas/ para
recuperar la savia en el presente/ el sueño de la lana.// Nada tiene
sentido si mis ojos/ no transitan a ratos la seda y el mordisco.
Cuando se hace abril
entre mis dedos,/
el horizonte tiene/ una colección de soluciones/ para aquellas
recetas imposibles.// Abril es un simple suspiro que se sucede a la
derrota.// Y el viento no sospecha/ que en su trayecto arrastra/
resistencias y vocablos.// Abril no nos conocía,/ por eso vino en
septiembre.
Me someto al capricho del viento
y procuro no confundirme con las semillas, diminuto insecto volador,
dios enamorado de abdomen y alas de encaje, igual que este palpitar
de seda por el tacto, acaricio el vértice externo de la hierba.
La solución a tanta miseria es rendirse al dictado de
los sueños.
Si extiendo el corazón e
intento rotular el mapa de su tiempo, encuentro zonas vertebradas de
alfabeto que indican el camino hacia la vida.
Mi corazón que ya no tiene trampas ni riesgo de
naufragio.
Este otoño que deshecha las horas caídas,
sucias por el barro de la ausencia con el azul perdido y sin
mordiente, las horas que se olvidan de mí.
Este otoño de nube y escarcha de aeropuerto, noviembre
de metal sin sinestesia que me ofrece los restos de la noche cuando
apago la voz en la ventana.
Este otoño de mí y ya tan lejos.
He decidido ser
salvaje,
la claridad de un rostro mientras duerme, la raíz de un verso.
Hoy
la lluvia ha brincado entre las ramas.
La
música que suena sin excusas
y da cuerda al sentido.
Justo
antes de la luz están los párpados
prólogo
de la noche
en el
paisaje de un beso
justo antes de la vida.
Un
nombre brota de mis labios
como el
murmullo del rocío
por la flor.
La
lengua
como
el viento
atraviesa
mis límites
general de todos los ejércitos.
Hoy
la niebla ocupa
el
lugar de los pájaros
igual que una boca abarca el corazón.
Abarcar
una nube sin silueta
intento
convencer a la piel
desnudarla
de luz
al roce
sin fin de la realidad.
El viento es sólo un verso inacabable.
Una
fuente pequeña
el
resplandor de un precipicio
el
despertar ansioso de las ganas
la
libertad del sueño
la lengua que me busca por el aire.
Como
si fuesen flechas
los
pájaros en su mirada
vuelan
siempre a la altura de la luz.
Tienen
alas sus ojos
para guardar silencio.
El
silencio se impregna del ruido de las gotas
y todo
es ya sereno:
la
altura de los adjetivos
el peso
de las dudas
la
libertad en los números
y el
rumor de las hormigas
como si
de un momento a otro
su cuerpo me habitase.
Entre
un suspiro y mi voz
como si
el viento
hubiese aprendido a descansar.
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