Tan sólo la tintura del vidrio nos separa
pero yo sé que te quiero, y que tú no me odias;
escupiría presto sobre mi memoria
por saber eso que el destino me prepara
Por saber si el vicio es más fuerte que el hambre
maldeciría pronto mi vida sin ambages
porque no sé lo que quiero, y que tú bien lo sabes
tan sólo nos separa un espinado alambre
Y aunque siento que todo muere sin remedio
inconcluso el recuerdo que tengo en la mente
reconstruyo imperfecto ambiciones olvidadas
mientras intento escapar a las puertas del tedio
y escribo en las paredes con trazos dementes
y en vano te busco y no en vano encuentro nada
Enviado por Sergio Vargas,
redactor de la revista Miradas de Cine
1 comentario:
Rectificando mi comentario anterior, confundí a la persona, pero no el mensaje, parece que hay discursos que nos acompañan siempre. Al final va a resultar que a pesar de no importarnos la coherencia vamos a ser coherentes, o por mejor decir, pertinaces, constantes, perennes, o cerrados. Vaya a saber.
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