y el viento secaba esas lágrimas
siguiendo las huellas del reloj
sumergido en este galope sin estribos
en un zaino desbocado de vacío
adónde gritar...ya nada araña el silencio
y si un rayo incendia esta oscuridad
que ya no embriaga
moriría como aquel potro
desangrándose cuando le castraron
bebiendo tu sueño tras este corazón
lanzado sobre algún obstáculo.
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